Marilyn Monroe:
El Vestido
de los 4 Millones
El mítico traje que inmortalizó la bomba sexual fue subastado en US$ 4.6 millones. Otros tesoros cinematográficos también fueron negociados.
EL MAESTRO Y LA MUSA Cineasta Billy Wilder juguetea con Marilyn Monroe en la levantada de falda más famosa del cine, cortesía de "La Comezón del Séptimo Año" (1955). |
La feliz culpable de esta millonaria subasta se llama Debbie Reynolds, actriz y belleza del Hollywood clásico, quien, a sus 79 años, quiso dejar un peculiar legado para la posteridad y puso a disposición del público una más que tentadora colección: sus tesoros de la Metro, de los que se hizo dueña gracias a un paciente trabajo de hormiga a lo largo de los años. Ahí estaban el legendario vestido blanco de Marilyn en ‘La comezón del séptimo año’ (1955), el sombrero de Charles Chaplin o ese otro vestido no menos espectacular del ángel Audrey Hepburn en ‘My Fair Lady’ (1964). Así, provoca apropiarse de ellos y pensar que la plata es lo de menos.
Organizadores de la subasta del traje de Marilyn junto a una réplica de promoción. Repárese en el cartel con la inscripción "Salvemos el vestido". |
Pero, ingenuidad aparte, la plata sí importa. En ese sentido, da pena que el destino de esta impresionante colección no sea un museo, pues por el poder del dinero ya cuenta con dueños propios. Durante la reciente e histórica jornada de subasta, el vestido de Marilyn, ese mismo que se eleva por sobre los muslos de la rubia tentación en ‘La comezón del séptimo año’ (ella está parada sobre una rendija por la que se escapa el aire), fue adquirido por un acaudalado afortunado por la astronómica cifra de US$ 4.6 millones, tal como lo anunció Nancy Seltzer, portavoz de la casa de subastas Profiles in History. Afirman que el comprador decidió no revelar su identidad y realizó la puja por teléfono, sin pretender que los flashes se dirijan hacia él. Por su parte, el sombrero de Chaplin alcanzó aproximadamente US$ 90,000, y el vestido de la Hepburn unos US$ 3.7 millones.
HISTORIA DE UN VESTIDO (Y DE UNA SUBASTA)
La trama de ‘La comezón del séptimo año’ es como sigue: Richard (Tom Ewell) se ve obligado a quedarse en Nueva York durante unas semanas debido a que la editorial en la que trabaja le exige que lea, con urgencia, unos libros, en medio de un verano infernal. Así, mientras su esposa y su hijo disfrutan de unas refrescantes vacaciones en la playa, Richard resiste como puede el insoportable sopor citadino. Pero en medio del infierno laboral, se le aparece una visión reveladora: en el piso de arriba de su departamento se ha instalado una joven, curvilínea e irresistible modelo (Marilyn Monroe), un estímulo inmejorable para que Richard empiece a desarrollar, con angustia y gozo, fantasías sobre cómo conocerla y relacionarse con ella.
Marilyn Monroe: El Vestido de los 4 Millones |
Este clásico fue dirigido por el maestro Billy Wilder, quien aprobó de buena gana el célebre vestido blanco plisado, cuya autoría reposa en el diseñador de vestuario estadounidense William Travilla, quien nunca imaginó el estatus mítico y sexual que adquiriría su creación. La cacareada escena con el vestido levantándose y con los muslos de la blonda Marilyn luciéndose, fue rodada dos veces: la primera toma fue filmada en la Avenida Lexington de Manhattan, en la calle 52. La segunda fue realizada en un estudio, y la que quedó en la película fue precisamente ésta, ya que la primera no servía debido al ruido de la gente que presenciaba la filmación. Una sensual y coqueta imagen para la posteridad, imitada y replicada tanto en dibujos animados como en clásicos modernos como ‘Tiempos Violentos’ (1994) de Quentin Tarantino. En esa imagen brilla una Marilyn con su aura más dulce, lejos de sus depresiones, de su mente que terminó siendo un volcán en ebullición y sus matrimonios fallidos que la condujeron a una sobredosis de barbitúricos (tenía 36 años y era 1962).
Imitada pero jamás igualada. Ex tenista y bella modelo Ana Kournikova en plan de imitadora. |
¿Pero cómo semejante tesoro inmaculado cayó en manos de la noble Debbie? Pues ocurre que esta actriz, cuya cumbre actoral está registrada en ‘Cantando Bajo la Lluvia’ (1952), donde exhibió su destreza para el baile y sus no menos impresionantes piernas, comenzó a coleccionar trajes y objetos de interés de Hollywood en los años 1970, cuando el estudio MGM liquidó sus activos. Con paciencia, logró amasar una colección que abarcaba más de 3,500 vestidos, 20,000 fotografías, miles de carteles y cientos de elementos decorativos que incluyen, entre otras perlas, un tocado de Elizabeth Taylor en ‘Cleopatra’ (1963), prenda que fue adquirida en la subasta por cerca de US$ 58,000. Según ella, lo hizo de puro fan y amor por la mitología del cine. Hasta señaló: “Nunca pensé que MGM pudiera desaparecer”. ¿Le creemos?
Lo cierto es que Debbie también declaró lo siguiente: “No hay otro modo. Necesitaba un descanso de la responsabilidad de intentar hacer algo que parece que nadie quiere hacer. Así cada uno disfrutará de su compra”.
Furor oriental por el blondo ícono y bomba sexual |
Más que motivación monetaria, la verdadera razón de la subasta obedecería a la dificultad de esta proeza de titanes de conservar tantas piezas históricas en óptimas condiciones. Antes de este evento, la idea de Debbie siempre fue la de exponer sus tesoros sin demasiados traslados. Incluso llegó a montar una especie de museo en el casino que abrió en Las Vegas con su tercer marido, Richard Hamlett. Pero tal aventura no tuvo la acogida que esperaba y fracasó. Acota Debbie: “El traje de Marilyn ya no es tan blanco como era, pero así es el paso de los años”.
No obstante, eso a los postores y fetichistas poco les importó. De esta manera, la túnica de Charlton Heston en ‘Ben Hur’ (1959) fue vendida por cerca de US$ 270,000, y el Ford modelo T de 1918 empleado en las películas de ‘El Gordo y el Flaco’ fue tasado por algo más de US$ 30,000.
La jornada subastera puso a disposición unas 600 piezas al mejor postor, lo que marcó el comienzo del fin de una de las mayores colecciones del Hollywood dorado. La próxima jornada será el 3 de diciembre. La polémica está instalada: ¿se está destruyendo obras de arte del imaginario cinematográfico, pudieron más el fetichismo, la vanidad y el dinero, o la subasta es la única manera de que estas piezas históricas permanezcan en buenas manos? Difícil de responder. Los fanáticos de Marilyn, en cambio, seguramente solo cuenten con una certeza: ese vestido de un blanco primoroso está muy por encima de los US$ 4.6 millones, pues no hay precio que puede estar a la altura de una pieza seductora enquistada en el inconsciente colectivo. Pura devoción por la rubia por antonomasia del séptimo arte.
FUENTE: (J.Tsang)http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=937&idSTo=74&idA=53116
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