La pax libertaria: Universidades, terrorismo y abandono
El gobierno y la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) trabajan en la creación
de un grupo mixto para diseñar medidas que eviten la infiltración de la
subversión en las universidades, luego de haber sido lanzada la alerta sobre el
riesgo de que varios claustros universitarios retornen a períodos de violencia y
terror.
La memoria colectiva sobre la violencia en el Perú consiste en recuperar las
lecciones de la etapa que afectó a las universidades nacionales convertidas en
objeto y medio de la estrategia de Sendero Luminoso consideradas como centros de
reclutamiento, territorio de poder y campo de experimentación. En universidades
como San Cristóbal de Huamanga, La Cantuta de Lima, San Marcos, UNI, Callao, del
Centro de Huancayo, Hermilio Valdizán de Huánuco, del Altiplano de Puno y Daniel
Alcides Carrión de Pasco, entre otras, se vivieron períodos de amedrentamiento,
asesinato selectivo de profesores y estudiantes, copamiento de los gremios
estudiantiles y sindicatos y sobre todo una época de oscurantismo. El ataque al
fundo Allpachaca, un centro de experimentación de la Universidad de Huamanga, es
el emblema de esta fanática idea de liquidar la investigación, la ciencia y el
debate con pretexto de la revolución.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) estudió la violencia en las
universidades y documentó cómo el radicalismo economicista de los grupos
ultraizquierdistas impregnó los claustros universitarios de un discurso
autoritario y moralista, desde el cual enroló a los jóvenes. La CVR señala que
esto fue posible por el sistema de educación imperante, es decir, el
establecimiento de una jerarquía violenta entre el profesor y el alumno donde el
maestro es el depositario central de una sabiduría letrada que el alumno debe
recibir y repetir sin criticarla; junto a ello, fue evidente la ausencia de un
proyecto pedagógico que entienda la producción de saberes como un proceso
creativo basado en la reflexión.
Tampoco hubiera avanzado SL sin ese contexto de precariedad institucional,
caracterizada por la falta de recursos, la corrupción y el desorden en el
gobierno interno; para la CVR el discurso de SL en las universidades no fue el
único fenómeno violento pues en los años 80 todo el sistema universitario estaba
conmocionado.
En ese período el Estado fue indiferente al problema de la violencia en las
universidades para luego pasar a la militarización de la vida universitaria de
1991, cuando Fujimori colocó a la universidad como objetivo de la lucha
subversiva.
Estas lecciones no pueden volver a producirse y estamos a tiempo. Es correcta
la decisión del gobierno y de la ANR de luchar contra la infiltración terrorista
en las universidades. No obstante, esta no puede tener el sentido militarista ni
de clausura del debate y del libre juego de las ideas, menos aún la actividad
punitiva de los estudiantes. A las ideologías extremistas y fundamentalistas se
les puede cerrar el paso cuando a tiempo se les enfrenta con un debate
ideológico directo, levantando sobre todo el imperativo de una universidad libre
donde todos se sientan libres. Al mismo tiempo, debe cesar el estado de abandono
institucional de las universidades y la precariedad de los sueldos de profesores
y trabajadores y reemplazar esta nueva indiferencia por una mayor inversión en
investigación e innovación tecnológica. Estudiantes pobres en una universidad
pobre y abandonada por el Estado son los antecedentes de un caldo de cultivo
violento.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/politica/editorial-25-10-2012
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