Los Perrones, el poderoso grupo criminal que pocos conocen.
El nombre viene de un
narcocorrido: "El Perrón de Perrones". No fue escrito para ellos
-otros sí-, pero de alguna manera pegó y así se quedaron. Los Perrones de El
Salvador. Uno de los grupos criminales más fuertes y, quizás, más desconocidos
que operan en Centroamérica.
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Eran los tiempos del esplendor, entre finales de los años 90 y
principios de los 2000, cuando los integrantes de esta organización se
sintieron inmunes y empezaron a exhibir el dinero que habían obtenido
transportando drogas desde Sudamérica hasta los Estados Unidos.
Vehículos, armas, joyas. Y fiestas,
particulares y públicas, para las que contrataban bandas musicales del norte de
México, en especial de Sinaloa.
Pero no siempre había sido así.
Los comienzos
Antes de que sus caminos se cruzaran,
Pablo Escobar y Los Perrones -aún no tenían ese nombre-, compartían un origen
común: el contrabando.
En su libro La Parábola de Pablo, el
periodista colombiano Alonso Salazar relata cómo, a finales de la década de los
70, el futuro jefe del cartel de Medellín hizo sus primeras armas en la
delincuencia organizada como guardaespaldas de un conocido -y respetado-
contrabandista al que conoció en Envigado, Antioquia. Con él aprendió el
oficio.
Lo mismo hacían, por su cuenta,
varios salvadoreños que después integrarían la "federación de
transportistas" que ahora entre autoridades y expertos se conoce como Los
Perrones.
Una de las personas que más los ha
estudiado -y quien me cuenta su historia, incluido el origen del nombre- es
Héctor Silva Ávalos, un periodista salvadoreño e investigador asociado del
Centro de Estudios Latinoamericanos de American University, en Washington.
El periodista rememora que algunos empezaron su
oficio de contrabandistas a fines de los 70, en lo que se conoce como el
oriente de El Salvador, una zona al sureste del país fronteriza con Honduras y
Nicaragua y aledaña al Golfo de Fonseca, sobre el Océano Pacífico. La
prosperidad empezó a llegar en los años 80, con el recrudecimiento de la guerra
civil.
El oriente fue una zona de guerra abierta y los contrabandistas
de la época crearon corredores por los que ingresaban -desde Panamá y Costa
Rica- licores, arroz, cigarrillos, leche y quesos.
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"El tipo de cosas básicas que se
mueven durante una guerra, que pueden conseguirse a precios muy bajos",
dice Steven Dudley, uno de los directores del sitio de internet InSight Crime,
especializado en delincuencia organizada en América Latina y el Caribe, en el
que se han publicados varios artículos sobre el tema.
"Después se graduaron en otro
tipo de actividades", agrega
La cocaína
Esas otras actividades eran,
básicamente, tráfico de personas y de cocaína.
Un ejemplo típico de esa transición
es Reynerio Flores, uno de los principales líderes de Los Perrones y quien en
la actualidad paga una condena de 80 años de prisión por introducir 2.730 kilos
de cocaína en los Estados Unidos.
En la investigación "Crimen
Organizado en América Central, el Triángulo del Norte", publicado en 2011
por el Centro Internacional Woodrow Wilson, se indica que Flores nació en un
poblado a menos de 20 kilómetros de la frontera con Honduras. Empezó
transportando agua en mulas para luego pasar a contrabandear desde Honduras.
Después "extendió lentamente sus tentáculos a Panamá, donde
consiguió y vendió de todo, desde arroz hasta jeans falsificados. También uso
su red de transportes para enviar inmigrantes ilegales a través de las bien
recorridas rutas de emigración de América Central. El salto a las drogas no
estaba muy lejano".
Tanto Dudley como Silva Ávalos califican a Los Perrones como una
"federación de empresarios del crimen". Reynerio Flores era uno de
ellos: tenía una empresa de transportes con fachada legal, la cual era un
eslabón más de la cadena. Otros, como José Natividad "Chepe" Luna,
poseían terrenos sobre el Golfo de Fonseca, a los que podían llevar personas y
droga a través de lanchas rápidas.
Algunos tenían contactos con la
policía antinarcóticos. O trabajaban en el vital Aeropuerto Internacional de
Ilopango, en San Salvador.
"(El aeropuerto) Fue una de las
bases de la operación Irán-Contras en los 80, con todo el trasiego clandestino
de armas y dinero para los antisandinistas y también está documentado que
sirvió como uno de los primeros puntos de entrada en Centroamérica para la
droga del Cartel de Medellín", explica Héctor Silva Ávalos.
Los contactos dentro del aeropuerto
hicieron que, según el periodista salvadoreño, Los Perrones lograran lo que
ningún grupo delictivo centroamericano -ni siquiera los más poderosos
guatemaltecos- había conseguido antes: llevar droga directamente a EE.UU.
-especialmente a Nueva Jersey y Maryland-, aunque en pequeñas cantidades, entre
uno y tres kilos.
Influencia
Steven Dudley recuerda que Los
Perrones siempre han trabajado para el mejor postor.
Por eso, cuando Pablo Escobar cayó y
su Cartel fue desmantelado en Colombia, los salvadoreños empezaron a laborar
con otros grupos delincuenciales, como el Cartel del Norte del Valle, también
colombiano. En la actualidad su principal cliente es el de Sinaloa.
En el mencionado libro del Centro Woodrow
Wilson, el investigador Douglas Farah indica que la droga es llevada desde el
Pacífico de Colombia -y crecientemente de Ecuador- hasta El Salvador. Allí, Los
Perrones la transportan en camiones hasta Honduras o Guatemala, donde la
entregan a narcotraficantes mexicanos o guatemaltecos.
A medida que el poder de Los Perrones ha aumentado, también ha
crecido su influencia corruptora, que pasó de ser local a tener alcances
nacionales en El Salvador.
Héctor Silva Ávalos: "Desde que
eran contrabandistas y desde que empezaron a agarrar drogas, tenían la
capacidad de sobornar policías, jueces, primero a nivel local y luego nacional.
Hasta que finalmente -esto ya a principios del año 2000- tienen capacidad de
financiar campañas políticas e incluso de diputados a la asamblea
legislativa".
Con ese poder llegó el
exhibicionismo. Eso condujo a que llamaran la atención y a que -según Héctor
Silva, por presión de EE.UU.- las autoridades los golpeara con fuerza entre
2007 y 2009. Fue en esa época que se detuvo a Reynerio Flores.
Pero una de las características de
los Perrones es que, al ser más una confederación horizontal que una
organización vertical, se pueden adaptar con rapidez a las pérdidas y
reemplazar los eslabones que pierden.
¿Reorganización?
También por eso es casi imposible
decir cuántas personas lo conforman y su capacidad real de transporte.
Según Héctor Silva, los últimos datos
confiables que se tienen de trasiego de droga por la región son de 2010, del
Departamento de Estado de EE.UU. y Naciones Unidas. Entonces, el 90% de la
droga que llegaba a Estados Unidos pasaba por el corredor centroamericano. Sa
calcula que ese año cruzaron entre 400 y 700 toneladas, al menos 90 de ellas
por El Salvador.
"Ese año en el país sólo se
decomisaron siete kilos. Siete. Eso te da una idea. Y fue en el 2010, un año
después de que los golpearan tanto".
Aunque su poder crecía Los Perrones,
a diferencia de Pablo Escobar, no dieron el salto para convertirse en un cartel
autónomo. Según el periodista salvadoreño, no están interesados en hacerlo.
Otra característica es que, aunque recurren a la violencia si es necesario,
prefieren utilizar el soborno.
A pesar del reciente asesinato de
"Chepe" Luna en Honduras -al parecer por hechos no relacionados con
Los Perrones-, para Dudley y Silva la organización está dando señales de
recuperación.
"Parece que hay unos nombres
grandes que se han sabido mantener debajo del radar, han mantenido el negocio,
nunca se pelearon con las autoridades, nunca empezaron a exhibirse y es gente
de la que no oís nada, pero le preguntás a investigadores y te dicen que siguen
activos. Entiendo que ahora es gente más joven la que sigue manejando el tema.
Y que se han diversificado: ya no son cinco cabezas sino más".
Hasta ahora han logrado mantener un
perfil relativamente bajo, pero es probable que en el futuro oigamos hablar más
de Los Perrones.
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