El FMI prevé que los
precios suban en Venezuela un 1.800.000% en dos años.
La economía del país
se contraerá un 15% este año y caerá un 6% en 2019, según el Fondo, que alerta
por la crisis humanitaria
Un mercado de frutas y verduras en Caracas. En vídeo, el director adjunto del Departamento de Investigación del FMI habla de las perspectivas de Latinoamérica. MARCO BELLO (REUTERS) | EFE |
El desastre económico de Venezuela ha
provocado que la vida cotidiana de los ciudadanos dependa de unos cálculos
vertiginosos. El Fondo
Monetario Internacional (FMI) los pone negro sobre blanco en
las previsiones publicadas este martes. El organismo que dirige Christine
Lagarde calcula que el país caribeño cerrará 2018 con una inflación del
13.864%. En 2019, el valor de decenas de productos básicos seguirá creciendo
hasta el 12.874%. Eso quiere decir que, en dos años, se prevé que los precios
suban la astronómica cifra del 1.811.751%. Es decir, los precios se
multiplicarán por más de 18.000 en el mismo período.
La
cesta de la compra de los venezolanos ya se viene disparando desde hace años y
la tendencia hiperinflacionista, en medio de una gravísima crisis política e
institucional, no tiene, al menos por el momento, vuelta atrás. "Venezuela
ha sufrido una intensificación de su crisis económica y humanitaria desde
2014", recuerda el informe del Fondo.
Si
las previsiones del FMI se cumplen, el episodio de hiperinflación por el que
atraviesa Venezuela será el más grave de las últimas décadas en Latinoamérica.
Ni siquiera la hiperinflación argentina de finales de los ochenta del pasado
siglo (con subidas de precios que llegaron a superar el 3.000% anual) se puede
comparar a lo que puede sufrir Venezuela. La escalada de precios, de cumplirse
estos negros augurios, también sería superior a la de los episodios de
hiperinflación en Perú (el 3.398% en 1999 y el 7.482% en 1990) y solo se le
acercaría a la de Nicaragua, donde la subida de precios llegó a ser del 13.110%
en 1987. El nivel de inflación venezolano solo se situaría en este siglo por
detrás del de Zimbabue, donde la subida de precios llegó a ser del
500.000.000.000% en 2008.
A
la hiperinflación se suma un cuadro
macroeconómico desalentador. La economía se contraerá un 15%
este año tras caer un 14% en 2017. El próximo ejercicio el descalabro del
Producto Interior Bruto (PIB) será del 6%. Los datos del FMI dibujan un
panorama que constituye una gran excepción en toda la región. Colombia, que
comparte unos 2.200 kilómetros de fronteras con Venezuela, crecerá un 2,7%;
Brasil, un 2,3%; Argentina, un 2%; Chile, un 3,4%; Bolivia, un 4%; Perú, un
3,7%; y Ecuador, un 2,5%.
Colapso petrolero
Las
predicciones, más pesimistas que las proyectadas el pasado octubre, tienen que
ver con el colapso de la producción petrolera y las exportaciones. En
diciembre, cayó a 1,62 millones de barriles diarios, un descenso de
más de 700.000 en un año, desplomándose hasta niveles de los años ochenta. Las
expectativas para el sector son aciagas: el fondo recuerda que puede cerrar
2018 en alrededor de un millón diario.
La
economía del país lleva años en caída libre y, cuando parece que las
perspectivas no pueden empeorar, las decisiones políticas del régimen de
Nicolás Maduro y la mala gestión franquean una nueva barrera. En noviembre, las
agencias de calificación crediticia Standard
& Poor’s(S&P) y Fitch declararon a Venezuela en default parcial
por los graves problemas de liquidez después de un impago de 200 millones de
dólares correspondientes a los intereses de los bonos que vencen en 2019 y
2024. A esto se suma el saqueo continuado de la petrolera
estatal, PDVSA. Para tratar de hacer frente a esta situación, el
Gobierno chavista lanzó una moneda virtual, el petro, utilizando como garantía
las reservas de crudo, que no ha conseguido paliar la penuria.
La batalla diaria con
los precios
Todas
estas cifras se traducen, en el día a día, en una batalla
contra los precios y la escasez imperante. El salario mínimo de
un venezolano apenas supera los 1,3 millones de bolívares. Esto es, un puñado
de dólares que según el cambio paralelo fluctúan entre 2,5 y menos de seis.
Hasta hace unas semanas, con esa cantidad se podían comprar dos kilos de carne,
pero su precio sigue aumentando. Al igual que el de los huevos, la harina, el
arroz o verduras como la cebolla. Mientras tanto, unas élites minoritarias
recurren a la divisa estadounidense para pagar algunos servicios como consultas
médicas, vehículos de segunda mano o trayectos en taxi.
El
Gobierno ha anunciado la creación de una nueva moneda, el bolívar soberano, que
sustituya al bolívar fuerte, eliminando tres ceros, de modo que un bolívar
soberano equivalga a 1.000 bolívares fuertes. El bolívar fuerte ya sustituyó al
bolívar tradicional por la misma razón de uno a mil, de modo que un bolívar
soberano equivaldrá a un millón de los antiguos bolívares. Esa sustitución
monetaria es reflejo de que el bolívar ha perdido el 99,9% de su valor desde
que el Gobierno de Hugo Chávez instauró los controles de cambios en 2003. El
Gobierno también intentó usar los controles de precios para frenar la
inflación, llegando a movilizar tropas para controlar los precios en los
supermercados, pero su política económica ha acabado provocando la mayor
inflación de toda Latinoamérica en décadas.
El
colapso económico, además, está provocando que se dispare el desempleo. El FMI
prevé que el paro alcance a un tercio de la población activa, la mayor tasa de
paro de todo el mundo, por encima de países con un alto desempleo crónico como
Suráfrica, Sudán, Bosnia o Grecia.
FUENTE:
https://elpais.com/economia/2018/04/17/actualidad/1523934621_077871.html
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