lunes, 19 de noviembre de 2018

Cómo Lee Kuan Yew acabó con la corrupción en Singapur. La corrupción fue la norma en Singapur hasta los años 60. Hoy, sin embargo, es el país menos corrupto del mundo


Cómo Lee Kuan Yew acabó con la corrupción en Singapur.
La corrupción fue la norma en Singapur hasta los años 60. Hoy, sin embargo, es el país menos corrupto del mundo
Lee Kuan Yew
Si la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, la corrupción es probablemente el vicio más antiguo del mundo. De hecho, es difícil pensar que un día podamos acabar por completo con la incidencia de los sobornos, las comisiones, el fraude y otras malas prácticas. Pero si hay un país que puede lograr la erradicación de la corrupción, sin duda es Singapur. Desde el año 1995, la pequeña isla asiática se ha mantenido en los primeros puestos del índice internacional que elabora Transparencia Internacional.
En 1959, cuando Singapur se independiza de Gran Bretaña, la Ciudad-Estado era famosa por la generalización de todo tipo de vicios. La isla estaba afectada por el crimen, el mercado negro, las malas prácticas de burócratas y policías… Los sobornos eran tan generalizados que incluso se exigía una coima a cambio de ser trasladado al hospital en ambulancia. Quizá eso explica que la candidatura a primer ministro del abogado Harry Lee, presentada ese mismo año, otorgase tanta importancia a la lucha contra la corrupción.
El nombre real de Harry Lee era Lee Kuan Yew (LKY). Venía de una familia de orígenes chinos. Desde un primer momento, destacó como estudiante y soñó con completar su formación universitaria en Reino Unido. Sin embargo, la invasión japonesa en plena II Guerra Mundial echó al traste sus planes y le obligó a buscarse la vida a la espera de un cambio. Por fin, en 1945, LKY pudo viajar a la London School of Economics, de donde luego pasó a la Universidad de Cambridge. Cinco años después regresó a Singapur y se especializó en el mundo de la abogacía.
Prioridad electoral
En 1954, LKY funda el Partido de Acción Popular (PAP), con el que se presentó a las elecciones legislativas celebradas cinco años después. Su principal propuesta era la de acabar con la corrupción. Aquella sugerencia chocaba con el día a día de una isla en la que, en palabras del propio LKY las irregularidades estaban a la orden del día, normalizadas como parte de la cultura de aquella sociedad.
Aunque no era sencillo, LKY consiguió que el mensaje calase entre los electores, hasta alcanzar el cargo de primer ministro con apenas 35 años de edad. Según afirmó entonces, aquel resultado era el triunfo del bien sobre el mal, de lo limpio frente a lo sucio, de lo justo frente a lo malvado. Su estrategia había funcionado de forma brillante. Pero lo más difícil llegaba ahora. Se trataba de abordar un problema de gran alcance en un pequeño país que estaba atravesando una situación política y económica muy complicada.
La independencia, lejos de ser una panacea, dejó a Singapur sumido en la pobreza y la oscuridad. Raj Vasil, todo un experto en la economía del pequeño país asiático, ha señalado que la Ciudad-Estado era apenas "un país más del Tercer Mundo". De hecho, con la esperanza de lograr una salida efectiva adelante, se aprobó la anexión a Malasia, si bien aquel experimento tampoco llegó a buen puerto.
El PIB per cápita era inferior a lo que hoy serían 450 dólares. El desempleo era elevado. La educación era de lo más mediocre. LKY sabía que eran necesario un cambio. Singapur necesitaba atraer inversión para acelerar el crecimiento, pero solo podría hacerlo si desarrollaba instituciones de calidad. Su objetivo era replicar el imperio de la ley que había observado en el Primer Mundo. Se trataba de que la isla se diferenciase de sus vecinos a base de ofrecer una Administración más eficiente y segura. Así empezó lo que Robert Rotberg ha descrito como una guerra abierta contra la corrupción, que ha tenido como resultado el sistema anti-corrupción más efectivo del mundo.
Para impulsar su reforma de las Administraciones, Lee Kuan Yew (LKY) tomó como referencia una antigua institución colonial heredada de los británicos: la Oficina de Investigación de Prácticas Corruptas. Dicha instancia fue creada en 1951, para investigar las malas prácticas de la policía. Pero la Oficina nació, ante todo, como un gesto político. No tenía dientes para actuar de forma efectiva y tampoco contaba con medios suficientes para lograr cambios de calado.
En 1960 se aprueba la Ley de Prevención de la Corrupción. Dicha norma define la corrupción de forma amplia: se trata de cualquier tipo de "gratificación" a cambio de un trato diferenciado por parte del gobierno. Para perseguir este tipo de malas prácticas, se dotó de amplios poderes a la Oficina de Investigación de Prácticas Corruptas, que ganó en independencia y también en capacidad para estudiar cualquier tipo de irregularidad.
La Oficina partió con una plantilla de apenas 8 trabajadores, pero fue expandida hasta alcanzar la figura de los 177 investigadores. Su presupuesto también creció significativamente y se multiplicó un 5.000%. Además, se endurecieron las penas de forma exponencial, de modo que un pequeño soborno puede acarrear una multa de 70.000 dólares, que además lleva pareja la pérdida del trabajo en la Administración.
El que la hace, la paga
LKY quería mandar un mensaje claro y permitió que la Oficina persiguiese a altos cargos de su Administración. En 1966 se investigó al representante del gobierno en el consejo de las aerolíneas nacionales de Malasia. Aunque no llegó a ser condenado, fue defenestrado por la sombra de sospecha que generaban sus actuaciones. Algunas décadas después, un exministro llegó a suicidarse antes de soportar el deshonor ligado a una investigación por presunta corrupción.
La Administración también desarrolla campañas de sensibilización contra la corrupción. El sistema educativo incluye actividades formativas desde la secundaria. Los cines y la televisión emiten propagandas y anuncios dirigidos a insistir en las duras consecuencias legales que enfrentan los corruptos.
La reforma de la función pública ha profesionalizado significativamente el día a día de la Administración. Un ministro gana 650.000 dólares anuales, el doble que el presidente de Estados Unidos. El resto de trabajadores de la función pública se mueve en niveles de retribución igualmente elevados. A cambio, los empleados públicos actúan sujetos a esquemas de productividad similares a los exigidos en el sector privado. Esto redunda en una Administración más pequeña y eficiente.
Otro de los objetivos clave de LKY fue facilitar el día a día de los emprendedores. Según el Banco Mundial, Singapur es el país con menos trabas administrativas y burocráticas para el sector privado. El resultado es un espectacular crecimiento económico, hasta el punto de que Singapur es hoy el sexto país más rico en términos de PIB per cápita.


FUENTE:
https://www.libremercado.com/2018-01-07/como-lee-kuan-yew-acabo-con-la-corrupcion-en-singapur-parte-2-1276611668/

https://www.libremercado.com/2018-01-06/como-lee-kuan-yew-acabo-con-la-corrupcion-en-singapur-parte-1-1276611667/

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