Habrá otra variante del coronavirus. El mundo debe estar preparado.
Cada
vez que surge una nueva variante del coronavirus, el mundo sigue un patrón
similar. Los científicos divulgan sus hallazgos y se desata el pánico. No se
toman suficientes medidas entre cada ola para la prevención o preparación ante
la próxima.
Danielle Chenette
La variante
ómicron tomó a gran parte del mundo por sorpresa. No debido a su
existencia —así se comportan los virus—, sino debido a lo contagiosa que es y a
la rapidez con la que se propaga. Los países trataron de establecer políticas
sobre la marcha que debieron haberse implementado desde hace mucho, como
garantizar que haya suficientes pruebas disponibles.
Ahora
que nos acercamos al tercer año de la pandemia de COVID-19, ya es tiempo de que
el mundo aprenda de los errores del pasado. Esto comienza con reconocer que las
variantes alfa, delta y ómicron no son amenazas nuevas. Todas siguen
derivándose del coronavirus. En lugar de arrojar a nuestras sociedades al caos
cada vez que surge una nueva variante, tenemos que reconocer que el virus aún
no está bajo control y que las naciones necesitan crear mejores estrategias de
preparación, detección y respuesta a las futuras olas. Se puede hacer buen uso
de todos los conocimientos adquiridos sobre cómo responder a una variante tan
letal como la delta o tan contagiosa como la ómicron.
El SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la COVID-19, seguirá cambiando y produciendo nuevas variantes. Esto es verdad, sobre todo mientras siga habiendo grupos numerosos de personas no vacunadas en todo el mundo que pueden contraer el virus con facilidad y servir de huéspedes para que este se reproduzca y mute en su interior. Gracias a esto, es imposible que un solo país acabe con la pandemia por su cuenta.
Para
mitigar el impacto de las variantes futuras, el mundo debe establecer y
reforzar los sistemas de monitoreo y vigilancia del virus que puedan
identificar las nuevas variantes con rapidez, de modo que los líderes puedan
reaccionar a tiempo.
El
proceso es el siguiente: los científicos suelen obtener muestras del virus de
personas infectadas y secuencian esas muestras. Esto les ayuda a detectar
cambios significativos en el virus. Los repuntes de casos en ciertas áreas
también sirven para alertarlos a inspeccionar más a fondo. Cuando los
investigadores encuentran algo importante, pueden avisar a sus colegas para que
se hagan más estudios al respecto.
Las
redes de laboratorios a nivel mundial deben estar equipadas para analizar las
propiedades de cualquier variante nueva y así evaluar su posible impacto en la
disponibilidad de pruebas, la efectividad de las vacunas y los tratamientos.
Los
científicos en Sudáfrica y Botsuana que ya están realizando esta clase de
vigilancia sistemática del coronavirus fueron capaces de advertir de inmediato
a sus redes de investigación y al resto del mundo sobre ómicron. De ahora en
adelante, estos hallazgos también deben activar una respuesta colectiva eficaz.
Cuando se identifiquen variantes de preocupación, debe haber un consenso global
sobre cómo deben reaccionar los países en conjunto para mitigar cualquier
efecto nocivo para la salud y la economía. Las restricciones de viaje no han
logrado limitar la propagación de ninguna de las variantes.
Asimismo, todos los países deben reforzar su infraestructura para las pruebas de coronavirus. Las pruebas rápidas que pueden realizarse en casa deben ser fáciles y baratas de conseguir para reducir las cadenas de transmisión, sobre todo durante las olas de contagios. Tener la capacidad de hacerse una prueba en casa les da a las personas el poder de saber su estatus de infección y evitar propagar el virus si dan positivo.
Lo
más importante es ampliar la escala de las campañas de vacunación a nivel
mundial para aplacar la continua circulación del virus. Esto no solo limitará
la aparición de variantes en el futuro, sino que también ayudará a disminuir
los estragos del virus en la población, pues menos personas se enfermarán. En
materia de vacunación y protección, se les debe dar mayor prioridad a ciertos
grupos, como las personas con sistemas inmunitarios debilitados como consecuencia
de un tratamiento para padecimientos como el cáncer o el VIH/sida. Las personas
que tienen dificultades para evitar una infección de coronavirus no solo
enfrentan el riesgo de padecer una enfermedad más grave debido al virus, sino
que una infección a largo plazo también le da una oportunidad al virus de mutar
con mayor libertad y tal vez crear una nueva variante.
Durante
las olas de contagios, los países deben ampliar el acceso a medidas que puedan
disminuir el riesgo de infección, como los
cubrebocas. La mascarilla correcta, colocada de manera adecuada y constante
en espacios públicos cerrados, en cierta medida, puede proteger a la gente de
todas las variantes. Ahora que hay medicamentos disponibles para tratar las
infecciones, los jefes de Estado y las empresas farmacéuticas deben garantizar
que haya suficientes suministros y que estén a disposición de todos. Esto debe
incluir a los habitantes de países en vías de desarrollo. Los medicamentos como
el Paxlovid, fabricado por Pfizer, se pueden tomar vía oral, lo cual le permite
a la gente quedarse en casa y lejos de los hospitales. El acceso a este tipo de
fármacos es de suma importancia en los países donde las tasas de vacunación son
bajas y las personas están menos protegidas.
El
mundo tuvo suerte
con ómicron. Quién sabe qué habría sucedido si esta variante tan contagiosa
hubiera provocado una enfermedad tan grave como la que causa la delta. La
próxima vez, quizá no tengamos tanta suerte. El mundo jamás puede volver a
darse el lujo de estar tan poco preparado.
John
Nkengasong
Es el director de los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades de África.
John Nkengasong es el director de los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África, una
institución de la Unión Africana. A principios de 2020, fue nombrado uno de los
enviados especiales del director general de la Organización Mundial de la Salud
en materia de preparación y respuesta a la COVID-19.
FUENTE: https://www.nytimes.com/es/2022/01/24/espanol/opinion/covid-variantes-omicron.html
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