domingo, 18 de octubre de 2009

EDITORIAL. No se debe atentar contra el derecho a la vida


EDITORIAL
No se debe atentar contra el derecho a la vida
Fuente: Diario El Comercio - Perú

Justificado rechazo ha causado en la ciudadanía la controversial iniciativa, aprobada en la Comisión Especial Revisora del Código Penal, para despenalizar el aborto y la eutanasia.
En el fondo resulta enervante que, contra lo que manda la Carta Magna, se abra súbitamente vías para conculcar el derecho a la vida; y en las formas, llama negativamente la atención y genera suspicacias tanto el secretismo con el que se ha manejado el tema en la comisión, cuanto la postura contradictoria de algunos de sus miembros, sobre todo los que representan al sector Justicia.
De acuerdo con el proyecto, se despenalizaría el mal llamado aborto eugenésico, para impedir el nacimiento de un feto con alguna supuesta malformación, así como el llamado aborto sentimental, cuando la mujer ha sido víctima de violación sexual.
Respecto de la eutanasia, se abre la posibilidad de que un juez pueda eximir de sanciones “cuando la muerte hubiera sido solicitada de modo consciente por el enfermo, herido o quien sufrió graves quemaduras”. ¿Solicitada a quién? ¿Cómo y por qué?
Todo esto es realmente absurdo y debe ser corregido a la brevedad posible. La vida es un derecho fundamental, por lo que nadie puede arrogarse la facultad de decidir quién vive y quién no. Dicho principio consustancial a la naturaleza humana y al desarrollo de la civilización ha sido incorporado a los principales cuerpos legales dentro del Estado de derecho, que estamos obligados a respetar.
En nuestro país, la Constitución Política, en su artículo 2, señala enfáticamente que “toda persona tiene derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece. Toda persona tiene derecho a la igualdad ante la ley”. A más de ello, nuestro país es suscriptor de tratados internacionales de defensa de la vida.
Es ciertamente terrible que sucedan abortos clandestinos, pero la manera de enfrentar esta cruda realidad no es dando facilidades para legalizar estas prácticas criminales, sino afirmando el derecho a la vida, mejorando la educación sexual y subrayando la responsabilidad de los padres y de la familia. En el caso de las violaciones, la situación es compleja, pero la Iglesia Católica y otras instituciones ya han anunciado que podrían acoger a estos niños, que además podrían ser dados en adopción.
Y, en cuanto al aborto eugenésico, ¿quién puede discriminar el nivel de malformación o discapacidad necesario para autorizar un aborto? ¿Cómo se evitaría que esto se convierta en una excusa legal para generalizar el aborto? ¿Usando el mismo “razonamiento” podríamos también quitar la vida a un infante que adquiera un mal grave? ¿Y acaso no hemos pensado en el derecho que tienen esos niños a venir al mundo? ¿Y no vemos aquí y allá los otros talentos que tienen estos niños “discapacitados” y la felicidad y amor que proveen a sus familias?
El asunto es polémico, pero no puede reducirse, como pretenden manipuladoramente algunos, a enfrentar el derecho a la vida contra el derecho de la mujer “a decidir”, sobre todo porque nadie debe decidir sobre la vida de otra persona o ser humano, distinto y único. Ayer en Madrid, con el lema “Cada vida importa”, decenas de miles de españoles salieron a las calles a protestar contra un proyecto que facilita el aborto incluso a menores de edad y despenaliza el mal llamado aborto eugenésico.
El Comercio, de modo consistente a lo largo de su trayectoria, defiende y promueve el derecho a la vida que estipula la Constitución, también en el convencimiento de que es la mejor forma de promover una sociedad optimista, de orden y de paz; y no una de muerte, oscuridad y remordimientos donde se elimina indiscriminadamente a inocentes que no pueden defenderse.

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