El verano silencioso. Severo administrador de su elocuencia, Castañeda sin embargo tendrá que manifestarse antes de abril si se queda en el Palacio Municipal o intenta la mudanza a la casa de enfrente, la de Pizarro.
“Lo estoy analizando. No es una posibilidad que se puede descartar ni tampoco afirmar. Significa conversarlo con mi familia, y el partido lo decidirá oportunamente”,dijo.
El alcalde de Lima Metropolitana está deshojando margaritas y eso es natural.
Hoy cabalga en la cresta de las encuestas capitalinas, con el 80% de apoyo, pero la historia indica que eso de cruzar el jirón de la Unión, del Palacio Municipal al de Gobierno, es casi imposible.
Castañeda, por cierto, no tiene mucho tiempo para decidirse.
Ya en marzo hay que registrar personeros y alianzas ante el Jurado Nacional de Elecciones, y su partido, Solidaridad Nacional, ahora casi inexistente, las necesita.
Castañeda en 1989, como director de la Empresa Municipal de Peaje. Reminiscencia metafóricamente anticipatoria del descontrolado crecimiento vertical actual de la ciudad.
Y el 4 de abril es la fecha límite para la inscripción de los candidatos que actualmente detenten un cargo público.
Confrontando su actual relevancia popular deben pesar en la tutuma chiclayana los casos de Luis Bedoya Reyes, Alfonso Barrantes, Ricardo Belmont y Alberto Andrade, todos alcaldes limeños exitosos que no llegaron a probar los frutos de la higuera de Pizarro.
También debe recordar que el único antecedente de un alcalde de Lima que llegó a la Presidencia de la República en el siglo XX, Guillermo Billinghurst, no encaja del todo: ‘Pan Grande’ fue elegido en 1912 por el Congreso y no por el voto popular.
Lo que más debe preocupar a Castañeda es la caída en picada de figuras como Belmont y Andrade cuando cambiaron de rol.
Belmont fue reelegido como alcalde con holgura en 1993, pero sacó 2% en las elecciones presidenciales de 1995.
Andrade también fue reelegido al derrotar a Jaime Yoshiyama en 1998 y su partido, Somos Perú, ganó más provincias y distritos que Vamos Vecinos pero en los comicios generales del 2000 se quedó en 3%.
Se puede decir que las artimañas del régimen autoritario de Alberto Fujimori, también candidato, fueron un factor en ambos comicios, y que no es razonable suponer que eso se repita en el 2011. Pero las frustraciones históricas son una realidad e incluyen a un personaje como Luis Bedoya Reyes.
Escaleras populares lo llevaron al municipio. ¿Lo catapultarán también a Palacio de Gobierno?
Pero el hecho que una figura de tanto peso y talento no llegara a la Casa del Conquistador refuerza la idea de que Nicolás de Ribera, ese primer intendente limeño republicano, sembró algún maleficio en la esquina izquierda de la Plaza de Armas.
Castañeda, finalmente, debe tomar en consideración que una cosa es con guitarra capitalina y otra con cajón nacional: luego de oponerse a un frente único de oposición en las elecciones del 2000, su candidatura presidencial se quedó en 1.79% del voto.
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