Puerto
Rico defiende el español frente al inglés como hecho político.
El
Congreso de la Lengua se convierte en un acto de afirmación frente a la fuerza
económica de EE UU. Los Reyes inauguran el encuentro que arranca hoy.
Calle de Puerto Rico en la que figura la señal de PARE en lugar de STOP. / Christopher Gregory (Bloomberg) |
En
el séptimo Congreso de la Lengua (CILE), que echó a
andar el pasado viernes pero que hoy se inaugura
oficialmente en San Juan, no hay un solo debate dedicado a la
convivencia del español y el inglés en Puerto Rico. Como mucho, un panel sobre
el diálogo de las lenguas en el Caribe, es decir, un coloquio pensando más en
Haití o en Jamaica que en Estados Unidos pese a que el país anfitrión es, desde
1952, Estado Libre Asociado de su gigantesco vecino continental. El ensayista
puertorriqueño Héctor Feliciano, presidente de la comisión organizadora, tiene
una explicación: “el debate es el congreso entero”. Lo dice mientras espera a
que amaine el enésimo chaparrón de la semana para abrir el certamen escolar de
décima y trova en la Plaza de Armas del viejo San Juan, una de las muchas
iniciativas surgidas en torno al CILE. Varios de esos estudiantes se
encontrarán en los próximos días con premios Nobel como el químico mexicano
Mario Molina o el novelista francés J.M.G. Le Clézio, que hablará sobre
Cervantes usando la lengua de Cervantes.
“Aquí
el idioma es un hecho político”, explica Feliciano para subrayar un carácter
simbólico que —de Zacatecas a Panamá pasando por Rosario o Cartagena de Indias—
no tuvo ninguno de los seis congresos anteriores. En Puerto Rico el español y
el inglés son indistintamente lenguas oficiales pero solo el 20% de sus
3.600.000 habitantes se declara bilingüe. El resto tiene un conocimiento pasivo
de la lengua inglesa. Aunque nadie discute la importancia de esta como lengua
franca mundial, los intentos de sustituir al español —que triunfaron, por
ejemplo, en Filipinas— se han saldado aquí con fracasos que, además, terminaron
por convertirlo en símbolo de la identidad nacional puertorriqueña. “Hasta los
años cincuenta”, recuerda Héctor Feliciano, “los maestros enseñaban en español
siempre salvo el día de visita del inspector. Muchos incluso pagaron con la
cárcel la resistencia a abandonar la que era, no olvidemos, la lengua materna
tanto de los alumnos como de los profesores”.
Aquellas
leyes pasaron a la historia y hoy José Luis Vega, director de la Academia
Puertorriqueña, reconoce que el suyo es un país dividido en lo político —entre
anexionistas, autonomistas y, minoritariamente, independentistas— pero unido en
lo lingüístico: “Nadie sacrificaría su lengua por una opción política, ni
siquiera los que aspiran a la anexión a Estados Unidos. Aquí el bilingüismo es
político y legal, no natural”. Por lo pronto, el Gobernador actual es Alejandro
J. García Padilla, miembro del Partido Popular Democrático, progresista y
autonomista, es decir, partidario de mantener el estatus quo actual.
Sin
embargo, la fuerza de la identidad tiene sus límites. Aunque hoy la lengua
vehicular de la educación pública sea el español y este sea el idioma que se
escucha abrumadoramente en la calle —donde el tráfico se regula con carteles en
los que en lugar de ‘stop’ se lee ‘pare’—, el inglés tiende a ser preponderante
en sectores como los negocios o la medicina. De ahí que esta vez el CILE, cuyo
lema es Lengua
española y creatividad, haga hincapié en campos aparentemente
alejados de lo lingüístico como la arquitectura o la ciencia.
Entre
tensiones culturales que duran ya cien años y aguaceros tropicales que duran
diez minutos, el CILE ha conseguido además sortear la tormenta económica que ha
desembocado en la galopante crisis de deuda que vive Puerto Rico, un país cuya
renta per cápita es mayor que la de Chile —la más alta de
Latinoamérica— pero menor que la de Misisipi —la más baja de los estados de la
Unión—. El Congreso de la Lengua ha salvado sus tres millones de dólares de
presupuesto merced a la creación ex profeso en 2014 de una
corporación que, a semejanza de los comités organizadores de los Juegos
Olímpicos, cuenta con patrocinados privados que asumen en torno al 15% de los
gastos.
El
negocio, en inglés; los milagros, en español
Organizado
por el Instituto Cervantes, la RAE,
la Asociación de Academias y el Gobierno puertorriqueño pero sufragado
íntegramente por este (sin participación ni de los organismos españoles ni de
los fondos federales estadounidenses), el VII Congreso de la Lengua contará en
su sesión inaugural del martes con la presencia de los reyes de España y las
intervenciones del Cervantes chileno Jorge Edwards, del académico y presidente
de EL PAIS, Juan Luis Cebrián, y del gran clásico vivo de la literatura
puertorriqueña, Luis Rafael Sánchez. Con un pie en el barrio sanjuanero de
Santurce y, como muchos de sus compatriotas, otro pie en Nueva York, el autor
de La guaracha del macho Camacho tiene una fórmula para calificar la
relación de su país con Estados Unidos: materialismo mágico. Su propia obra es
la demostración de que en Puerto Rico los negocios se hacen es inglés y los
milagros, en español. Por ahora.
La
inauguración arrancará a las 10.00 (15.00 horas en España) con la participación
del Rey Felipe VI; el director de la RAE, Darío Villanueva; el director del
Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha; o el presidente de EL PAÍS y
del Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián, entre otras personalidades.
La
Sala del libro, un espacio que pretende promover la pasión por la lectura, será
inagurada en el Centro de Convenciones de Puerto Rico a las 13.30 horas.
'Las
lecciones Cervantinas' en el ámbito de la creatividad será el tema que centrará
la primera sesión plenaria que tendrá lugar a partir de las 15.00. Estará
presidida por el director de la Academia Colombiana de la Lengua, Jaime Posada,
y tendrá como eje una ponencia general y una mesa redonda.
FUENTE: http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/14/actualidad/1457981754_573821.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario