La historia de Micetto, el gato de León XII.
Algunos
protestan por el trato "injusto" de la Iglesia a estos animales, pero
no es el caso de este minino callejero, conocido como "el gato del
Papa"
Quizás
los gatos no hayan tenido siempre “olor de santidad” en el cristianismo. Aunque
no se le nombre en la Biblia, este felino es asociado ab
immemorabili a los cultos paganos. Es verdad que san Jerónimo, el célebre
traductor de la Biblia muerto en el 420, tenía un gato, y que el papa Gregorio
I, llamado “el grande” (muerto en el 604), también tenía un gato como animal de
compañía. Pero hay que decir que estos ejemplos son más excepciones que reglas.
Este
mamífero era considerado a menudo como el animal parasitario y lujurioso por
excelencia. Hasta el siglo XIX, los gatos fueron exterminados a millones, por
la complicidad también de supersticiones que algunos conectaban con
aspectos del dogma cristiano.
Unos
siglos más tarde, un gato se volvía célebre en el Vaticano: Micetto, animal de
compañía de León XII, llamado también “el gato del Papa”.
Nacido
en el Vaticano en 1825, Micetto no era más que un gato callejero que no parecía
para nada destinado a la celebridad. Y sin embargo, un día, este felino gris
rojizo con rayas negras transversales llamó la atención del 2520 papa.
Fascinado por el animal, el Soberano Pontífice decidió adoptarlo.
Y
sin embargo, León XII daba la imagen de ser un hombre duro. Ordenado arzobispo
de Tiro en 1793, en pleno Terror, fue marcado por la Revolución francesa, como
muchos hombres de su época. En 1814, tras haber sido nuncio apostólico, va a
llevar las felicitaciones pontificias al nuevo rey de Francia, Luis XVIII, que
sucede al emperador Napoleón.
Elegido
Papa en 1823, sostiene activamente el final del reinado de Luis XVIII y el de
Carlos X, que hereda el trono de su hermano mayor en 1824. Durante su reinado
pontificio, León XII restablece los guetos judíos cerrados por los
revolucionarios, condena la masonería y defiende el orden moral. Siempre
acompañado de su compañero inseparable, Micetto.
Desde
1825 hasta su muerte, en 1829, el Papa nunca deja al gato. Micetto asiste a las
audiencias papales, se le restriega mientras recibe a sus visitas.
François-René de Chateaubriand, gran partidario de la Restauración y embajador
de Francia ante la Santa Sede desde octubre de 1828 a mayo de 1829, se aficiona
al gato. En sus Memorias de ultratumba, publicadas póstumamente, relata:
Le
llamaban Micetto, y tenía como sobrenombre “el gato del Papa”. En tal
consideración, goza de gran estima entre las almas piadosas. León XII lo
había criado en un faldón de su sotana donde yo lo vi con envidia cuando el
Pontífice me daba audiencia como embajador.
Me
gusta en el gato ese carácter independiente que lo lleva a no atarse a nadie,
y esa indiferencia con la cual pasa de los salones a sus alcantarillas de
origen
El
“flechazo” es tal entre el célebre escritor y el felino, que a su muerte, León
XII decide confiar su animal de compañía al francés. Empieza entonces para el
gato una nueva vida, esta vez con el apodo de Petit Minet. Chateaubriand lo
explica:
Al
morir el sucesor de San Pedro, heredé el gato sin dueño (…), apodado ‘el gato
del Papa’. Goza, en esa condición, de una extrema consideración entre las almas
piadosas. Yo trato de hacerle olvidar el exilio, la capilla Sixtina, y el sol
de la cúpula de Miguel Ángel sobre la que se paseaba lejos de la tierra.
Pero
la historia no nos cuenta cómo murió el famoso animal de compañía de León XII y
de Chateaubriand.
FUENTE:
Kévin Boucaud-Victoire | Ago 21, 2017
https://es.aleteia.org/2017/08/21/la-historia-de-micetto-el-gato-de-leon-xii/
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