"Fui una de las rehenes del asalto en Suecia
que le dio el nombre al síndrome de Estocolmo"
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"La fiesta acaba de empezar" anunció Jan Olsson, quien se había escapado de la cárcel. Efectivamente, "la fiesta" duró unas 131 horas durante las que los rehenes estuvieron en una bóveda de 3,35 x 14,32 metros. |
El 23 agosto de 1973, un asalto a un banco en
Estocolmo, Suecia se hizo notorio, pero no por la cantidad de dinero robada ni
por la astucia de los perpetradores o la pericia de la policía.
El robo de Norrmalmstorg pasó
a la historia por los fuertes lazos que se desarrollaron entre los rehenes y
sus captores, una reacción que pasó a llamarse Síndrome de Estocolmo.
"Confío plenamente en él, viajaría por todo el
mundo con él", declaró Kristin Enmark refiriéndose al hombre que la tuvo
como rehén con otros tres colegas durante seis días.
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La policía -y la prensa- acudió al lugar rápidamente, pero no pudieron hacer mucho por varios días. |
Esa mañana de agosto, las puertas del Banco de
Crédito en pleno centro de la capital sueca acababan de abrir, cuando un hombre
entró con una maleta, sacó una ametralladora y disparó hacia el techo.
"Me dio miedo, por supuesto", recuerda
Enmark en conversación con la BBC.
"Me tiré al piso. El ladrón vino a donde
estaba y nos hizo señas a una colega y a mí para que nos levantáramos. Yo creo
que mi cerebro dejó de funcionar. Era un terror sin nombre".
"Ni en mis peores pesadillas me había
imaginado que algo así me iba a suceder".
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En 1994, Patricia Hearst, la nieta de un magnate de EE.UU., fue raptada y se convirtió en quizás el rostro más famoso del síndrome de Estocolmo. Asaltó un banco con el grupo que la raptó, Ejército de Liberación Simbionés (foto izq.). En el juicio (centro), la condenaron a 7 años de cárcel. Años después, (der.) lanzando su libro. |
En esa época, Enmark tenía 23 años. Fue escogida
como rehen por uno de los atracadores del banco.
Se trataba de Jan Olsson, que estaba armado hasta
los dientes y ya había herido a uno de los dos policías que habían respondido
al llamado de alerta.
Olsson ató a las rehenes y empezó a presentar sus
exigencias: quería una gran cantidad de dinero, un auto y que le entregaran a
Clark Olofsson, un delincuente que estaba cumpliendo una condena de cárcel.
"Cuando pidió que trajeran al otro criminal
pensé: 'esto va a ser un infierno', porque Olofsson era muy famoso
en Suecia. Era considerado como una persona extremadamente peligrosa",
cuenta Enmark.
Intentando disipar la tensión, la policía lo trajo
de la cárcel y le permitió que entrara al banco.
El síndrome de Estocolmo
se puede presentar entre víctimas de...
* Abuso de pareja
* Agresión en entorno familiar
* Abuso psicológico
* Incesto
Nils Bejerot, psiquatra
y asesor de la policía sueca durante el asalto al banco
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"La bella y la bestia", uno de los ejemplos del síndrome en ficción. |
Olofsson inmediatamente tomó el control de la
situación.
Primero, le ordenó a Olsson que desatara a las tres
mujeres. Luego, encontró a un joven escondido en el depósito y lo llevó donde
estaban las otras rehenes.
En cuestión de horas, el estatus de Olofsson como
líder del grupo fue confirmado por la policía.
"Había un acuerdo entre la policía y él para
que fuera el negociador. Cuando uno está en esa posición, uno toma lo que puede.
De pronto no era confianza perosentí que quizás debía respetar
a ese hombre ya que quizás podía hacer algo por nosotros",
explica.
Mientras que el primer delincuente, Olsson, le
causaba terror, Enmark empezó a considerar a Olofsson como un amigo.
"Me acogió bajo su manto protector y me decía: 'a ti nada te va a pasar'. Es difícil
explicárselo a gente que no ha estado en esa situación cuán significativo fue
eso para mí. Sentía que a alguien le importaba. Quizás era un tipo de
dependencia".
"En todo caso, fue brillante pues si Olsson
iba a hacerle daño a alguien, no iba a ser a mí".
"No me siento mal por lo que sentí: hice lo
que pude para sobrevivir".
A la pregunta de si tal vez era porque a Olofsson
sentía atracción sexual por ella, contesta que nunca se lo demostró.
"Nunca me tocó en 'lugares no indicados'. Se
trataba sólo de dos personas tranquilizándose mutuamente".
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Entre varios ejemplos en ficción: King Kong, Un romance peligroso, con George Clooney, y Átame, de Almodovar. |
Ya para el segundo día del asalto Enmark sentía tanto
respecto por Olofsson que cuando él le dio el número del teléfono del primer
ministro de Suecia, Olof Palme,no dudó en rogarle que dejara a
libres a los criminales.
La policía grabó la conversación.
PM: Pero no deben quedar libres.
Considere la situación: estaban robando un banco y disparándole a la policía.
Enmark: No, déjeme decirle que fue la
policía la que disparó primero.
PM: ¿Puede hacer que ese tipo
suelte su arma? ¿Le puede explicar que la situación es desesperada?
Enmark: No, no va a funcionar.
PM: ¿Por qué no? ¿No es un ser
humano?
Enmark: Lo que está diciendo es que él
no tiene nada que perder.
Desilusionada y enojada con el mundo exterior,
Enmark hizo unas declaraciones por la radio sueca ese mismo día que eran tan
osadas -usando hasta una grosería para referirse a la policía- que su mamá la llamó esa noche a regañarla.
"Mi mamá era una profesora de colegio y para
ella era muy importante que uno hablara bien, así que me dijo que no le gustaba
el lenguaje que había usado. Y me puse brava. ¡Yo estaba de rehén y ella se
estaba preocupando por eso!".
Su
estrategia para sobrevivir al identificarse con uno de sus captores hizo que su
conducta cambiara, algo que ella no notó en ese momento.
Recuerda por
ejemplo que el segundo día, el ladrón, Olsson, amenazó con dispararle a Sven,
el rehén que había estado escondido.
"Quería
mostrarle a la policía que estaba hablando en serio, que era peligroso, y le
dijo a Sven que le iba a pegar un tiro en
la pierna.
Sven, por supuesto, se asustó, y el ladrón le dijo: 'no voy a pegarte en ningún
hueso, ni te voy a hacer mucho daño', pero Sven no se calmó".
"Me
tomó 10 años contarle a alguien lo que le dije en ese momento".
"Le dije: '¡Pero Sven, sólo es la pierna!'".
"Me avergüenzo de eso. Trato de ser una buena persona y
nunca herir a nadie, pero en esa situación pensé que Sven era un cobarde".
Por suerte,
Olsson no llevó a cabo su plan, pero incluso Sven admitió que sentía gratitud
hacia sus captores y que tenía que forzarse a recordar que se trataba de dos
criminales violentos, no de unos amigos.
Los rehenes
estuvieron cautivos durante seis días en la bóveda del banco, mientras la
policía les proveía a todos comida y cerveza.
Finalmente
al sexto día, la policía decidió romper el techo de la bóveda y desarmar a los
secuestradores con gas lacrimógeno, a pesar de que Olsson había amenazado con
matar a todos los rehenes si hacían precisamente eso.
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Al final, los secuestradores fueron capturados y nadie resultó herido. |
Enmark
todavía está disgustada con la policía por la manera en la que realizaron el
rescate.
"¡Realmente
furiosa! Me parece que es intento de asesinato tirar gas lacrimógeno cuando hay seis personas atrapadas en una bóveda, sin
saber si iban a poder entrar para rescatarnos".
Al final,
los delincuentes se entregaron y nadie resultó herido.
El primer
ladrón, Jan Olsson, fue condenado a 10 años de cárcel y Clark Olofsson, su
cómplice, a seis años.
En
entrevistas subsecuentes, Olsson aseguró que no pudo matar a los rehenes porque
se habían vuelto muy amigos.
40 años más
tarde, Kristin Enmark todavía se refiere a Carlk Oloffson como su amigo,
y siguen escribiéndose cartas.
Nunca lo ha
confrontado por lo que hizo.
"Quizás
al principio él habría podido persuadir a Olsson de que nos dejara ir. Pero no
sé si trató de hacerlo. Le voy a preguntar en la próxima carta que le
escriba".
Pero, le
pregunta la BBC, ¿no debería señalarle que todo lo que hizo no estuvo bien?
"Pues,
sí... le hablaré sobre eso", responde, riendo, Enmark.
Los rehenes fueron
examinados por psiquiatras y su reacción emocional de identificación con sus
captores pasó a llamarse Síndrome de Estocolmo. La frase fue acuñada por el
criminólogo y psiquiatra Nils Bejerot.
Kristin
Enmark escribió un libro sobre sus experiencias en el que argumentó que el
Síndrome de Estocolmo no existe.
El síndrome, también conocido como
vinculación afectiva de terror o traumática, no está reconocido por los dos
manuales más importantes de psiquiatría: el Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales y la Clasificación internacional de enfermedades.
Dina
Newman
BBC Witness
FUENTE: http://www.bbc.com/mundo/noticias-37167234