La izquierda asciende en Latinoamérica en un año electoral clave para Brasil y Colombia.
Los
candidatos con plataformas izquierdistas han logrado victorias en una región
con dificultades económicas y una desigualdad que va en aumento.Mauricio Lima para The New York Times
RÍO DE JANEIRO — En las últimas semanas de 2021, Chile y Honduras votaron con determinación por presidentes de izquierda para reemplazar a líderes de derecha, con lo que se extendió un cambio significativo que lleva varios años ocurriendo en toda América Latina.
Este
año, los políticos de izquierda son los favoritos para ganar las elecciones
presidenciales en Colombia y Brasil, sustituyendo a los presidentes en
funciones de derecha, lo que pondría a la izquierda y a la centroizquierda en
el poder en las seis economías más grandes de una región que se extiende desde
Tijuana hasta Tierra del Fuego.
El
sufrimiento económico, el aumento de
la desigualdad, el ferviente descontento con los gobernantes y la
mala gestión de la pandemia de COVID-19 han impulsado un movimiento pendular
que se distancia de los líderes de centroderecha y de derecha que dominaban
hace unos años.
La izquierda ha prometido una distribución más equitativa de la riqueza, mejores servicios públicos y redes de seguridad social ampliadas. Pero los nuevos líderes de la región se enfrentan a graves limitaciones económicas y a una oposición legislativa que podría restringir sus ambiciones, así como a unos votantes intranquilos que se han mostrado dispuestos a castigar a quien no cumpla lo prometido.
Los
avances de la izquierda podrían impulsar a China y socavar a Estados Unidos
mientras compiten por la influencia regional, dicen los analistas, al
presentarse una nueva cosecha de líderes latinoamericanos desesperados por lograr
el desarrollo económico y con más apertura hacia la estrategia global de Pekín
de ofrecer
préstamos e inversiones en infraestructuras. El cambio también podría
dificultar que Estados Unidos siga aislando a los regímenes autoritarios de
izquierda en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Con
el aumento de la inflación y el estancamiento de las economías, los nuevos
líderes de América Latina tendrán dificultades para lograr un cambio real en
los problemas profundos, dijo Pedro Mendes Loureiro, profesor de estudios
latinoamericanos en la Universidad de Cambridge. Hasta cierto punto, dijo, los
votantes están “eligiendo a la izquierda simplemente porque en este momento es
la oposición”.
Los
niveles de pobreza se encuentran en el nivel más alto de los últimos 20 años en
una región en la que un efímero auge de las materias primas permitió a millones
de personas ascender a la clase media tras el cambio de siglo. Varios países se
enfrentan ahora a un desempleo de dos dígitos, y más del 50 por ciento de los trabajadores de la región
están empleados en el sector informal.
Los
escándalos de corrupción, el deterioro de la infraestructura y la ausencia
crónica de fondos en los sistemas de salud y educación han erosionado la
confianza en el gobierno y las instituciones públicas.Mauricio Lima para The New York Times
A
diferencia de lo que ocurrió a principios de la década de 2000, cuando los
izquierdistas ganaron presidencias decisivas en América Latina, los nuevos
gobernantes tienen que hacer frente a la deuda, a presupuestos magros, a escaso
acceso al crédito y, en muchos casos, a una oposición vociferante.
Eric
Hershberg, director del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la
American University, dijo que la racha ganadora de la izquierda nace de un
sentimiento generalizado de indignación.
“En
realidad se trata de los sectores de la clase media baja y de la clase
trabajadora que dicen: ‘treinta años de democracia y todavía tenemos que ir en
un autobús decrépito durante dos horas para llegar a un centro de salud malo’”,
dijo Hershberg. Citó la frustración, la ira y “una sensación generalizada de
que las élites se han enriquecido, han sido corruptas, no han actuado en favor
del interés público”.
La
COVID-19 asoló América Latina y devastó economías que ya eran precarias, pero
la inclinación política de la región comenzó antes de la
pandemia.
El primer hito fue la elección en México de Andrés Manuel López Obrador, que ganó la presidencia con un resultado arrollador en julio de 2018. Durante su discurso de la noche electoral, declaró: “El Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos los mexicanos, a ricos y pobres”.
Al
año siguiente, los votantes de Panamá eligieron un gobierno de centroizquierda,
y el movimiento peronista de izquierda de Argentina tuvo un sorprendente
regreso a pesar del legado de corrupción y mala gestión económica de sus
líderes. Con la promesa de “construir la Argentina que nos merecemos”, Alberto
Fernández, profesor universitario, celebró
su triunfo frente a un presidente conservador que buscaba la
reelección.
En
2020, Luis Arce se impuso a sus rivales conservadores para
convertirse en presidente de Bolivia. Se comprometió a ampliar el legado
del exlíder Evo Morales, un socialista cuya destitución el año anterior dejó
brevemente a la nación en manos de una presidenta de derecha.
En
abril del año pasado, Pedro Castillo, un maestro de escuela de provincia,
sorprendió a la clase política peruana al derrotar por un estrecho margen a la
candidata derechista a la presidencia, Keiko Fujimori. Castillo, un recién
llegado a la política, arremetió contra las élites y presentó la historia de su
vida —un educador que trabajó en una escuela rural sin agua corriente ni
sistema de alcantarillado— como una encarnación de los defectos de la clase
gobernante.
En
Honduras, Xiomara Castro, una candidata de plataforma socialista que propuso el
establecimiento de un sistema de renta básica universal para las familias pobres, venció con
facilidad en noviembre a un rival conservador para convertirse en presidenta
electa.
La victoria más reciente de la izquierda se produjo el mes pasado en Chile, donde Gabriel Boric, un antiguo activista estudiantil de 35 años, venció a un rival de extrema derecha con la promesa de aumentar los impuestos a los ricos para ofrecer pensiones más generosas y ampliar enormemente los servicios sociales.
La
tendencia no ha sido universal. En los últimos tres años, los votantes de El
Salvador, Uruguay y Ecuador han desplazado a sus gobiernos hacia la derecha. Y
en México y Argentina, el año pasado, los partidos de centroizquierda perdieron
terreno en las elecciones legislativas, socavando a sus presidentes.
Pero
en general, Evan Ellis, profesor de estudios latinoamericanos en el Colegio de
Guerra del Ejército de Estados Unidos, dijo no recordar una América Latina “tan
dominada por una combinación de izquierdistas y líderes populistas
antiestadounidenses”.Mauro Pimentel/Agence France-Presse — Getty Images
“En
toda la región, los gobiernos de izquierda estarán particularmente dispuestos a
trabajar con los chinos en contratos de gobierno a gobierno”, dijo, y
posiblemente “con respecto a la colaboración en materia de seguridad, así como
a la colaboración tecnológica”.
Jennifer
Pribble, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Richmond que
estudia América Latina, dijo que el brutal número de víctimas de la pandemia en
la región hizo que las iniciativas de izquierda, como las transferencias de
efectivo y la atención universal a la salud, fueran cada vez más populares.
“Los
votantes latinoamericanos tienen ahora un sentido más agudo de lo que el Estado
puede hacer y de la importancia de que el Estado participe en un esfuerzo
redistributivo y en la prestación de servicios públicos”, dijo. “Eso condiciona
estas elecciones, y está claro que la izquierda puede hablar más directamente
de eso que la derecha”.
En Colombia, donde las elecciones presidenciales se celebrarán en mayo, Gustavo Petro, exalcalde izquierdista de Bogotá que perteneció a un grupo guerrillero urbano, ha mantenido una ventaja constante en las encuestas.
Sergio
Guzmán, director de la consultora Colombia Risk Analysis, dijo que las
aspiraciones presidenciales de Petro se hicieron viables después de que la
mayoría de los combatientes de las FARC, un grupo guerrillero marxista, dejaron
las armas como parte de un
acuerdo de paz alcanzado en 2016. El conflicto había dominado durante mucho
tiempo la política colombiana, pero ya no.
“El
tema ahora es la frustración, el sistema de clases, la estratificación, los que
tienen y los que no tienen”.Daniele Volpe para The New York Times
Justo
antes de Navidad, Sonia Sierra, de 50 años, se encontraba fuera de la pequeña
cafetería que regenta en el principal parque urbano de Bogotá. Sus ingresos se
habían desplomado, dijo, primero en medio de la pandemia y luego cuando una
comunidad desplazada por la violencia se trasladó al parque.
Sierra
dijo que estaba muy endeudada después de que su marido fuera hospitalizado con
covid. Las finanzas son tan ajustadas que hace poco despidió a su única
empleada, una joven venezolana que solo ganaba 7,50 dólares al día.
Marcelo Hernandez/Getty Images |
En el vecino Brasil, el aumento de la pobreza, la inflación y una respuesta fallida a la pandemia han convertido al presidente Jair Bolsonaro, el titular de extrema derecha, en un candidato débil de cara a la votación programada para octubre.
El
expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, un izquierdista que gobernó Brasil de
2003 a 2010, una época de notable prosperidad, ha conseguido una ventaja de 30 puntos porcentuales sobre Bolsonaro en
un cara a cara, según una encuesta reciente.
Mauricio Lima para The New York Times |
“Pensé
que Bolsonaro mejoraría nuestra vida en algunos aspectos, pero no lo hizo”,
dijo Da Silva, un padre de cuatro hijos que no tiene relación con el
expresidente. “Todo es tan caro en los supermercados, especialmente la carne”,
agregó, lo que lo llevó a tomar un segundo empleo.
Con
los votantes enfrentados a tanta agitación, los candidatos moderados están
ganando poca influencia, lamentó Simone Tebet, una senadora de centroderecha en
Brasil que planea presentarse a la presidencia este año.
“Si
miramos a Brasil y a América Latina, estamos viviendo un ciclo de extremos
relativamente aterrador”, dijo. “El radicalismo y el populismo se han
impuesto”.
FUENTE: https://www.nytimes.com/es/2022/01/04/espanol/latam-izquierda.html
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