La radiografía judicial
Por: Heriberto Manuel Benitez Rivas
Columnista
"el dedo en la llaga"
Diario La Primera - Perú
Heriberto Benitez Rivas
La desconfianza histórica que existe en el Poder judicial (PJ) y ministerio Público nos llevó a observar una radiografía efectuada a las labores cotidianas de la mayoría de los jueces o fiscales; en ella podemos apreciar con suma claridad que siempre están preocupados por la “excesiva” carga procesal, nunca tienen tiempo para atender a los litigantes y si, por casualidad, alguna persona logra ingresar a la oficina, después de una larga espera, le dicen que hable rápido y diga algo concreto, ya que el magistrado está muy ocupado, pero lo está escuchando a pesar que lo vemos leyendo otro documento, hablando por teléfono o escribiendo algo en su computadora.
Hace pocos días, un conocido abogado acudió a un juzgado de primera instancia, pidió hablar con el magistrado dentro del horario establecido, lo hicieron pasar y el juez estaba concentrado en su computadora escribiendo rápidamente.
El escritorio tenía algunos libros abiertos, había varias hojas con apuntes y decenas de fotocopias.
Parecía estar muy ocupado resolviendo las causas pendientes; nuestro colega trató de conversar unos minutos, pero el juez seguía atento a su trabajo, consultó si mejor regresaba en otro momento y el magistrado le dijo que esperará un minuto para atenderlo.
Palacio Nacional de Justicia - Perú
Dialogaron brevemente, lo felicitó por la dedicación con que desarrollaba su función jurisdiccional, pero, sorpresivamente, el juez le expresó que todavía no realizaba el despacho judicial, ya que primero debía terminar unos trabajos y lecturas que le dejaron en la maestría que estaba estudiando en una exigente Universidad y luego, si alcanza el tiempo, vería los proyectos de resolución o sentencia elaborados por los secretarios, colaboradores o ayudantes de la judicatura.
Esto es sumamente peligroso para la administración de justicia, ya que se afecta directamente a los letrados que todos los días tienen que librar batallas jurídicas en defensa de sus patrocinados, quienes muchas veces son maltratados, humillados o vejados por magistrados abusivos y prepotentes.
Los abogados deducen excepciones, ofrecen pruebas o formulan alegatos confiados en que los jueces o fiscales estudiarán los expedientes y no perjudicarán a sus defendidos; sin embargo, en la práctica, apreciamos que los magistrados están más preocupados en mejorar su nivel académico, preparando algunas conferencias, charlas o clases para algún Instituto o centro educativo superior, asistiendo a innumerables diplomados o seminarios que les permita obtener un mejor puntaje para ascender en la carrera judicial.
No cabe la menor duda que se está ocasionando un grave daño colectivo a toda la población litigante y eso conduce a la prevaricación.
Finalmente, esta situación ocurre porque el perfil del magistrado que busca, hoy en día, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) en sus evaluaciones, nombramientos y ratificaciones es tener un juez o fiscal teórico, que actúe como un robot y sólo se dedique a repetir lo que dicen los códigos; ítem más, el currículum académico tiene más puntaje que la defensa de los derechos humanos que haya podido realizar el magistrado en el desempeño de sus funciones y hasta más valor que el comportamiento democrático de un juez o fiscal en situaciones peligrosas para la vigencia del Estado de Derecho.
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