Álvaro
Uribe, el hombre que está bloqueando la paz en Colombia.
Un
libro de historia reciente sobre Colombia bien podría acreditar al expresidente
Álvaro Uribe, quien gobernó de 2002 a 2010, con montar las bases para los
acuerdos de paz con los grupos guerrilleros al liderar la
ofensiva que los llevó a la mesa de negociación. Aun así, es confuso que
Uribe haya surgido como el mayor obstáculo para negociar el fin de un conflicto
armado de 52 años.
No
es demasiado tarde para Uribe, quien mantiene su popularidad entre los
colombianos, para empezar a comportarse como un hombre de Estado y no como un
aguafiestas. Las decisiones que tome en las próximas semanas bien pueden
determinar si el acuerdo de paz que su sucesor, Juan Manuel Santos, trabajó con
las Farc puede terminar de manera permanente con el derramamiento de
sangre o si se perderá otra oportunidad. El fracaso del acuerdo sería una
tragedia y, muy probablemente, arruinaría el legado de Uribe, en especial
porque no ha ofrecido una alternativa viable.
Las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia aceptaron en agosto deponer las
armas y participar en el proceso político después de más de cuatro años de
negociaciones con el gobierno de Santos.
Los
votantes colombianos rechazaron, por un margen muy estrecho, este acuerdo en un
plebiscito a inicios de octubre, muchos de ellos bajo la influencia de una
campaña excesiva y engañosa dirigida por Uribe. Él y sus aliados acusaron a
Santos de ofrecer un manto de amnistía a los marxistas criminales de guerra, de
quienes advirtió que podían terminar apropiándose del poder en el país. También
aseguró, sin prueba alguna, que el acuerdo afectaría al sector privado. El
político que supervisó la campaña del No de Uribe, Juan Carlos Vélez, en una
entrevista incluso admitió que claramente habían evitado explicar el contenido
del acuerdo y que mejor se enfocaron “en el mensaje de indignación”.
Esta
semana, Santos anunció que su gobierno empezaría muy pronto las pláticas de paz con el segundo grupo rebelde
más grande del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Ecuador.
Para
encarrilar de nuevo los esfuerzos del acuerdo de paz con las Farc, y para que
las negociaciones con el ELN sean exitosas, Uribe necesita ser
constructivo. Después del plebiscito, Uribe hizo una serie de peticiones poco
realistas sobre el acuerdo con las Farc, como deshacerse del sistema de
justicia transicional y del tribunal especial al corazón del acuerdo. El tribunal
ofrecería amnistía a los combatientes de mayor rango y castigaría con
benevolencia a los guerrilleros que confesaran crímenes graves.
Si
Uribe tiene una mejor idea, a partir de la que pueda trabajarse, debería de
enviar una delegación a La Habana, donde actualmente están los líderes de las
Farc, para buscar compromisos acerca de los asuntos de justicia y participación
política.
Si
todas las partes están dispuestas a negociar de buena fe, se puede lograr un
acuerdo de paz final antes de que acabe este año. En los días recientes, miles
de colombianos que apoyan el acuerdo de paz han salido a las calles para
convocar a la clase política a que trabaje en conjunto para conseguir pronto
una solución.
Si
la lucha se extiende más allá de este año, es muy probable que la ayuda
internacional para implementar el acuerdo empiece a esfumarse. Por ejemplo, las
Naciones Unidas han comenzado a mandar equipos de observadores, quienes tendrán
que monitorear que el acuerdo se cumpla y para recibir las armas de los rebeldes.
No podemos esperar que esos equipos se queden indefinidamente hasta que haya un
avance político.
Mientras
que el gobierno de Santos y las Farc han dicho que están comprometidos con
mantener el cese el fuego que ha durado casi un año, hay más posibilidades de
que mientras más dure el impasse pueda haber más nuevos sucesos de
violencia. El volver al combate —lo cual no puede descartarse— podría ser
catastrófico. Si eso pasara, Uribe sería a quien tendríamos que culpar.
FUENTE:
Por
http://www.nytimes.com/es/2016/10/14/alvaro-uribe-el-hombre-que-esta-bloqueando-la-paz-en-colombia/
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