El regreso de Mónica Lewinsky
HISTORIA Después de diez años de
silencio escribió un artículo para ‘Vanity Fair’ en el que cuenta cómo ha sido
vivir a la sombra del peor escándalo sexual de Estados Unidos.
Esta foto de ‘Vanity Fair’ es la más reciente de Monica Lewinsky, quien desapareció de la vida pública hace diez años. Hoy, con 40, explica cómo el escándalo casi la lleva al suicidio. |
“No tuve relaciones sexuales con esa mujer”. La famosa frase
del expresidente estadounidense Bill Clinton es sinónimo de la mentira más
descarada. El que la oye piensa de inmediato en enero de 1998, cuando el público
supo que Clinton había tenido un affaire con una
becaria de la Casa Blanca.
La foto de la joven de 22 años, que posaba sonriente al lado del hombre
más poderoso del mundo, saltó a los titulares. Monica Lewinsky se convirtió
automáticamente en “esa becaria”, “esa arpía”, que sería desde entonces un
sinónimo global de infidelidad. Según ella misma cuenta en un artículo que
acaba de publicar en la revista Vanity Fair, 16 años después del escándalo
todavía la llaman “la reina del sexo oral. O, en la frase ineludible de nuestro
cuadragésimo segundo presidente, ‘Esa Mujer’”.
Su
estrategia para desvanecerse del imaginario común había sido justamente tratar
de desaparecer. En los últimos diez años Lewinsky estuvo prácticamente
escondida, evitando los medios y los paparazzi a toda costa. Sobre todo cuando
los Clinton han estado bajo el escrutinio público. Pero no más. Los años de
silencio y reclusión quedan atrás con este artículo de seis páginas, en el que
recuerda la humillación que padeció –y que casi la lleva al suicidio– y las
dificultades que ha tenido que afrontar para conseguir empleo y tener una vida
normal. También critica que Hillary Clinton haya justificado a su esposo, y se
pregunta dónde estaba el movimiento feminista cuando el escándalo explotó.
Monica Lewinsky, quien desapareció de la vida pública hace diez años. Hoy, con 40, explica cómo el escándalo casi la lleva al suicidio. |
Aunque el
presidente se enfrentó a un proceso político, poco a poco su imagen se
desmanchó sin mayor esfuerzo. Lewinsky, en cambio, sufrió las consecuencias de
su indiscreción durante años. “En 1998 yo era seguramente la persona más
humillada del planeta –escribe–. También fui la primera persona cuya
humillación global estuvo impulsada por internet”. Y es cierto, pues la
historia salió inicialmente en un blog y de ahí saltó a todos los medios
impresos. Aún hoy, buscar su nombre en Google arroja 799 millones de
resultados. Y este nuevo artículo seguramente agregará unos cuantos ceros a esa
suma. Por eso cabe preguntarse qué la impulsó a volver a aparecer hoy a sus 40
años cuando casi lograba que el mundo la olvidara.
Según
ella, sencillamente “es hora de quemar la boina y enterrar el vestido azul”.
Lewinsky quiere, después de tanto tiempo, seguir adelante con su vida y
encontrarle un propósito a su pasado: “Quizás al compartir mi experiencia pueda
ayudar a otros en sus momentos más oscuros y humillantes”. Esa idea se le
ocurrió en 2010 cuando se enteró de la historia de Tyler Clementi, un joven que
se suicidó después de que un video en el que besaba a otro hombre se volvió
viral en redes sociales. Lewinsky recuerda que su madre le dio la noticia muy
afectada: “Ella estaba reviviendo aquellas semanas de 1998 en que se quedaba
junto a mi cama cada noche, porque yo también tenía pensamientos
suicidas”.
Aunque su
causa parece noble y reniegue del estigma que ha cargado por tantos años,
Lewinsky ya ha intentado hacer dinero gracias al sórdido episodio que
protagonizó. Primero publicó el libro Monica’s Story, en el que se muestra como
una víctima de la maquinaria de poder de la administración Clinton. Luego le
dio una entrevista a Channel Four de Reino Unido de la que recibió el 70 por
ciento de las regalías. Además le cobró 200.000 dólares a las publicaciones
Hello!, Marie Claire, Time y The Daily Mirror por exclusivas con cada una. En
el artículo escribió: “Mi meta actual es involucrarme con esfuerzos en
beneficio de víctimas de humillación y acoso en internet y comenzar a dar charlas
sobre el tema”. Sin duda, cada conferencia le reportará una suma significativa
de dinero.
Lewinsky no perdió oportunidad de utilizar su fama para hacer dinero. Primero lanzó una autobiografía y luego probó suerte con una marca de bolsos que fracasó. |
Y
Lewinsky lo necesita, pues asegura que le ha sido imposible conseguir trabajo.
Su primer empleo fue justamente aquella desastrosa pasantía en la Casa Blanca
en 1995. La becaria notó que el presidente le coqueteaba, así que la primera
vez que estuvieron a solas, le confesó que estaba enamorada de él. Ese día se
besaron y, poco después, sus encuentros en un pasillo sin ventanas, entre la
Oficina Oval y el despacho privado de él, se volvieron frecuentes. Según
Lewinsky el sexo siempre fue oral y Clinton nunca se desvistió, aunque ella sí.
También aseguró que la relación era más que sexual, ya que su jefe la llamaba
frecuentemente por las noches y hablaban durante horas. Además intercambiaron
decenas de regalos en los 18 meses que duró el affaire.
Pero nada
de esto se habría sabido si no fuera por otra empleada de la Casa Blanca, Paula
Jones, quien demandó al presidente por acoso sexual. Durante ese juicio los
abogados encontraron evidencia de la relación de Clinton con Lewinsky y la
llamaron como testigo. En ese momento Linda Tripp, una compañera de trabajo a
quien Lewinsky le había relatado sus indiscreciones, le contó todo al abogado
Kenneth Starr. Además, la ingeniosa Tripp había grabado sus conversaciones con
la becaria y hasta la había convencido de guardar el famoso vestido azul
manchado con el semen del presidente.
Clinton
negó haber tenido relaciones con Lewinsky en su declaración ante el juez que llevaba
el caso de Paula Jones. Por mentir bajo juramento se convirtió en el segundo
presidente de Estados Unidos (después de Andrew Johnson) en enfrentar un juicio
de destitución (impeachment). También lo juzgaron por obstrucción a la Justicia
(le pidió a su secretaria que mintiera por él), pero finalmente fue declarado
inocente y terminó su periodo sin problema.
Lewinsky
no parece culparlo ni guardarle rencor: “Sí, mi jefe se aprovechó de mí, pero
siempre he sido firme en esto: fue una relación consensuada”. Además revela que
siente que lo traicionó al contarle a Tripp su aventura, pero que cuando el FBI
le pidió grabar sus conversaciones con él, se negó: “Habría sido la madre de
todas las traiciones. No podía hacer eso”. A Hillary Clinton, en cambio, sí la
ataca. O más bien se defiende del calificativo “loca narcisista” con el que se
refirió a ella la exsecretaria de Estado. Lewinsky le contesta: “Valiente o
boba, quizá, pero ¿loca narcisista?”. Y agrega: “Su impulso de culpar a la
Mujer –no solo a mí, sino a ella misma– me parece preocupante”.
Mientras
tanto, todos están pensando cómo afectará esto la posible candidatura de
Hillary en 2016. Ella no ha confirmado que piense lanzarse nuevamente, pero
muchos esperan que al primer presidente negro del país le siga la primera mujer
presidente. Y sabe el daño que podría causar: “Como entiendo que podría ser
utilizada por la derecha o la izquierda, he guardado silencio por diez años”.
Quizá sea mucho decir que Lewinsky, que se identifica como demócrata, votaría
por la esposa de su examante; pero al menos no quiere arruinarle su carrera:
“Recientemente me he vuelto a sentir asustada ante la posibilidad de
convertirme en un problema si Hillary decide relanzar su campaña. Pero,
¿debería poner mi vida en pausa por otros ocho o diez años?”.
Su
artículo es también un acto de contrición. Admite que su sufrimiento fue la
consecuencia de sus propias malas decisiones.Y luego dice: “Me arrepiento
profundamente de lo que pasó entre el presidente Clinton y yo. En ese momento
–al menos desde mi punto de vista– existía una auténtica conexión, con
intimidad emocional. Ahora lo recuerdo, sacudo la cabeza con incredulidad y me
pregunto: ‘¿Qué estábamos pensando?’ Daría lo que fuera por retroceder la
película”. Seguramente los Clinton han deseado lo mismo más de una vez.
FUENTE: http://www.semana.com/gente/articulo/monica-lewinsky-ha-vuelto-aparecer/386838-3
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