15, la mujer perfecta,
Cumplir los 15 hace treinta años era todo un
acontecimiento. Hoy las cosas son distintas.
Lee Hee Dane. (Foto: Facebook) |
Cumplir los 15 hace treinta años era todo un
acontecimiento, sobre todo para las chicas. Los 15 eran la edad emblemática en
que te volvías señorita y soñabas con tu fiesta, con tu vestido de princesa
(que parecía un merengazo) o con que te regalaran un collar de perlas. Claro,
soñabas, digo, porque debido a la crisis de los ochenta con las justas te
tocaba una reunión monse que acababa a las diez de la noche porque había toque
de queda.
Recuerdo esa época de mi vida con cariño, qué duda
cabe, pero también con horror: de pronto tu cuerpo parecía otro, te salían unas
piernazas y te aparecía cintura, se te llenaba la cara de granos, te colocaban
fierros (sí, horribles fierros, los discretos ‘brackets’ llegaron después) para
enderezarte los dientes, te crecía la nariz; y no sabías muy bien si eras
princesa o monstruo. Los 15 eran también la época en la que te descubrías en la
mirada del otro, en la que esperabas que el chico ‘cool’ de pelo largo con
camisa hawaiana (disculparán la vejez) te sonriera.
Miedo, ilusión, inseguridad, expectativa y energía
son solo algunas de las confusas sensaciones que nos acompañaban a los
adolescentes de entonces. Y supongo que el asunto no ha cambiado mucho para los
de hoy. El acné, la rebeldía y el cuerpo que crece en absoluto desorden siguen
ahí para atormentar a las chicas y, sobre todo, a sus padres que no saben cómo
lidiar con este ser en constante cambio. (Como decía mi amigo el psicólogo
Julio Hevia, los hijos adolescentes parecen el castigo que Dios ha mandado a
los padres por haberse atrevido a tener sexo).
Hay, sin embargo, un hecho nuevo que me parece está
distorsionando esta etapa turbulenta de transición, necesaria para forjar la
identidad; y son las cirugías estéticas. Los infinitos tratamientos de belleza
y los mil métodos que proliferan para que toda imperfección sea borrada del
físico de una niña grande en un quirófano o en un spa. Antes soñábamos con una
fiesta, hoy las quinceañeras piden tetas. Sí, les ruegan a sus padres por
implantes mamarios, pese a que su cuerpo no está totalmente desarrollado y su
cabeza es un laberinto de inseguridades. Antes hacíamos aeróbicos mirando a
Jane Fonda, hoy cada vez más niñas entre 15 y 20 años se hacen operaciones de
‘by-pass’ gástrico para ser flacas como unos maniquíes. Antes esperábamos que
nuestra nariz terminara de crecer y armonizara con nuestra cara, hoy un
navajazo les deja a todas la misma nariz de Barbie.
El fenómeno se da en todas partes del mundo, y cada
vez más padres desconcertados ceden ante los pedidos de sus hijas porque no
soportan verlas infelices en este entorno de rostros uniformes y cuerpos
inverosímiles. En Corea del Sur, donde el tema está volviéndose casi
inmanejable, una de cada cinco mujeres ha pasado por el quirófano para hacerse
arreglos; en Estados Unidos es una de cada veinte y, contrario a lo que se
piensa, las clientas aumentan entre las mujeres más jóvenes.
La historia de la adolescente china Lee Hee
Dane, que a los 15 años se sometió a múltiples cirugías para reconquistar a su
enamorado, no es más que el anuncio, paradójico, de un mundo tortuoso diseñado
para las hijas de las mujeres que tanto han luchado por su liberación. Un mundo
de tetas gigantes, cinturas diminutas, potos de globo, caras de muñeca. Un
mundo de enormes vacíos que solo se agrandan con cada corte de bisturí, con cada implante de
siliconas.
Por Patricia del Rio
FUENTE: http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/15-mujer-perfecta-patricia-rio-noticia-1804479
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