"Estábamos desnutridas por la enfermedad, el
miedo y la vergüenza": el relato de las mujeres sometidas a abusos
sexuales de militares en Guatemala
Las sobrevivientes de los abusos tardaron décadas en romper el silencio. |
Cuando Rosa Tuuil entró a la sala del Tribunal A de
Mayor Riesgo en Guatemala sintió una involuntaria oleada de enojo.
Frente a ella se encontraba, a unos metros, el
excomisionado militar Heriberto Valdez Asij, el mismo que hace más de 30 años
se llevó a su esposo. Nunca supo más de él.
La sentencia contra los perpetradores es histórica. |
El soldado, junto con el coronel retirado Francisco
Reyes Girón, eran juzgados por homicidio y por mantener a 15 mujeres indígenas
en esclavitud sexual y laboral durante el conflicto armado de los años 80.
Las víctimas eran originarias de Sepur Zarco, una
comunidad indígena de la etnia maya q’eqchi. Algunas sufrieron agresiones
constantes durante seis años.
El enfado de Tuuil aumentó cuando Valdez Asij dijo
que nunca había estado en el pueblo.
Con la ayuda de una traductora, pues no habla
español, Rosa Tuuil le dice a BBC Mundo: "Sentí mucho enojo".
"Hubo un momento en que lo quería enfrentar
palabra con palabra, pero no podía hacer nada".
"No creímos que la justicia nos iba a escuchar", dice la sobreviviente Rosa Tuuil. |
"Estábamos en un tribunal y ante la justicia.
Me tuve que resistir y aguantar mi enojo".
Al final del juicio los inculpados recibieron una
sentencia acumulada de 360 años de prisión.
"Mucho corazón"
La determinación de las juezas se consideró como histórica en
Guatemala.
Pero para las mujeres que durante varios años
sufrieron brutales abusos sexuales, a quienes les quitaron a sus esposos y
vieron morir de hambre a sus hijos, la sentencia no equivale al perdón.
"No, no. ¿Por qué?", le dice a BBC Mundo
Demesia Yat, representante del Colectivo Jalok U, que agrupa a las sobrevivientes
de los abusos.
"Está bien, se fueron a la cárcel pero van a
tener vida, van a dormir, amanecer y comer".
"Pero ¿y nuestros esposos?. Ya no tienen vida,
no sabemos dónde están, ya no están comiendo, no están con nosotros. Hoy día
desconocemos dónde los fueron a tirar".
Rosa Tuuil está de acuerdo. El camino para llegar
al encarcelamiento de los perpetradores fue largo, lleno de soledad y tristeza.
Pusieron "mucho corazón" para animarse a
romper el silencio de más de tres décadas. Pero este esfuerzo no alcanza para
perdonar.
"Puedo sentir que los perdonamos porque no
pagamos con lo que ellos nos hicieron: no los asesinamos, tienen vida
todavía".
"Eso ya es un perdón, ahí está el
perdón".
"Enemigos internos"
Heriberto Valdez Asij fue sentenciado a 240 años de prisión. |
Cuando se conoce la crudeza de los testimonios
presentados en el Tribunal puede entenderse a las sobrevivientes.
En 1982 Guatemala vivía uno de los períodos más
intensos del conflicto armado entre el ejército y la fusión de cuatro grupos
guerrilleros.
La organización se llamó Unión Revolucionaria
Nacional Guatemalteca (URNG).
Ese año en la comunidad de Sepur Zarco se instaló
un destacamento militar, y en poco tiempo empezaron a desaparecer decenas de
hombres, a quienes los soldados acusaron de alimentar a los guerrilleros.
Pero en realidad, se estableció en el juicio, los
desaparecidos eran campesinos que se organizaron para defender sus tierras del
despojo de terratenientes.
"Los colocaron como enemigos internos y
después los denunciaron ante destacamentos militares", señala uno de los
informes presentados en el Tribunal y que leyó la jueza Yasmín Barrios.
"Dado los tiempos que se vivían en los años
80, el acusar a las personas de enemigos internos era suponer su
asesinato".
Los peritajes presentados en el juicio demostraron
que, en realidad, los militares apoyaron a los terratenientes.
Sepur Zarco "no era un territorio donde
operaban guerrilleros, es más, las mujeres ni siquiera sabían lo que
significaba ese término".
Así, prácticamente todos los hombres de la
comunidad desaparecieron o fueron asesinados. Y a las mujeres sobrevivientes se
les consideró "disponibles" por los soldados.
"Estábamos en sus manos"
Las mujeres de Sepur Zarco fueron obligadas a
preparar la comida de los militares y lavar su ropa. Lo hacían, declaró Rosa
Tuuil, porque de otra forma "nos mataban".
Durante el juicio las mujeres taparon sus rostros. |
También sufrieron constantes abusos sexuales.
"En una ocasión cuando fue violada quedó desmayada, pues eran muchos
soldados y le causaron hemorragia", leyó la jueza Barrios en la audiencia
más reciente.
Los ataques se realizaban en las instalaciones del
destacamento militar y en el río, donde las mujeres lavaban la ropa de los
soldados.
Uno de los testimonios dice que los agresores
"la inyectaban para evitar que quedara embarazada".
"Entre sollozos indicó que no podía hacer nada
porque estaba en sus manos".
Los militares "aprovechaban cualquier lugar
para abusar de ellas".
"Les decían que ahora sus maridos eran los
soldados".
"En ocasiones llegó a tener hemorragias y como
no tenía acceso a las medicinas se curaba con hierbas".
Los abusos sexuales fueron una parte de la
estrategia. Las casas, la escuela y la iglesia de Sepur Zarco fueron
destruidas.
Los sobrevivientes huyeron a las montañas cercanas,
donde muchos niños murieron de hambre y frío.
No fue casualidad. En el juicio los peritos
establecieron que al agredir a las mujeres los militares buscaron destruir para
siempre "la condición humana y cultural" de la comunidad.
"Creímos que la justicia no escucharía"
Durante más de 20 años las mujeres de Sepul Zarco
hablaron muy poco de lo que sufrieron en el destacamento militar
Fue
un período "de mucho dolor y tristeza", le dice a BBC Mundo Manuela
Ba.
"No
teníamos cómo sacar adelante a nuestros hijos, les dábamos de comer lo que
encontrábamos y si no igual nos teníamos que aguantar con una sola
tortilla".
El caso Sepur Zarco conmovió a Guatemala. |
Demesia por
su parte cuenta: "Éramos unas mujeres desnutridas por la enfermedad, las
condiciones de vida, el miedo y la vergüenza".
Pero hace
ocho años decidieron romper el silencio, y aprovecharon que algunas
organizaciones civiles se acercaron a ellas para buscar justicia.
"Empezamos
a hablar. Hablábamos y llorábamos, nos daba vergüenza, miedo de decir lo que
habíamos sufrido", cuenta Demesia.
Durante
mucho tiempo vivieron con el sufrimiento personal pero también una especie de
estigma social.
Algo que
revivieron en la parte final del juicio, le dice a BBC Mundo Susana Navarro,
del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (Ecap), una de las
organizaciones que apoyan a las sobrevivientes.
"Cuando
la defensa insinuó que eran prostitutas fue un día muy duro porque fue meter
expresiones de algo que a las mujeres les han estado señalando tantos
años".
"La
intención era clara, que se sintieran mal, agredirlas otra vez pero ahora con
palabras, con lo que les obligaron a hacer. Ponerlas de nuevo en la misma
situación".
Ahora ese
duro camino empieza a terminar. "Costó, fue un trabajo muy duro y
difícil", dice Rosa Tuuil.
"Pero
hoy día estamos muy contentas porque hemos logrado llegar. Para nosotras
también fue difícil creer que la justicia nos iba a escuchar".
FUENTE:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/03/160305_guatemala_mujeres_sobrevivientes_abusos_militares_testimonios_an
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