¿Cuál es el Tribunal Constitucional que el país desea?
Martín Belaunde Moreyra
Evidentemente uno que no obstante ser elegido por el Congreso, esté por
encima de las lealtades políticas partidarias y sepa interpretar el sentido de
la Constitución no solo conforme a los precedentes anteriores, algunos de los
cuales pueden ser modificados si el caso lo requiere, sino de acuerdo a las
necesidades del presente. La Constitución tiene un significado histórico
reflejado en el texto y en el espíritu de nuestras sucesivas cartas políticas
desde 1823 hasta la vigente, pero también debe ser entendida con un sentido
dinámico para dar solución a los variados problemas que estamos enfrentando. No
se trata de ser política o ideológicamente correcto conforme a determinadas
perspectivas, sino de dar soluciones específicas a los conflictos que deben ser
resueltos en las sentencias del Tribunal, recurriendo a la doctrina así como a
las normas jurídicas pertinentes dentro de un criterio adecuado a las
posibilidades del Estado y de la sociedad. Las sentencias del Tribunal las
estaremos pagando todos cuando se refieran a reparaciones económicas, por
justas que puedan ser, y eso implica también un ejercicio jurídico acorde con
la realidad fiscal.
¿Entonces a qué tendencias deben responder los futuros magistrados del
Tribunal Constitucional en la coyuntura presente? Ante todo deben ser juristas
en el más amplio sentido de la palabra, que tengan una larga experiencia
profesional y como reza la Constitución, estén comprometidos con la vigencia de
los valores democráticos y el pleno respeto a los derechos humanos, entendidos
tanto en la defensa de las víctimas como en la observancia del debido proceso.
Los magistrados deben ser éticamente irreprochables en su pasada conducta hasta
donde sea posible en una trayectoria personal. No necesariamente tienen por qué
ser especialistas en la problemática procesal constitucional, que por cierto
constituye el plato fuerte de su diario quehacer, pero no es su única tarea. El
trabajo principal del Tribunal reside en ser el órgano de control de la
Constitución y dentro de ese límite deviene en su intérprete supremo, pero no
puede ir más allá del texto constitucional ni lo puede reformar o alterar. La
interpretación quizás implique una recreación de la norma para aplicarla al
caso concreto, pero de ninguna forma resulta aceptable que se la derogue o
desnaturalice. Los magistrados del Tribunal Constitucional deben entender
claramente que a pesar de ser elegidos con un criterio político, no son una
instancia política ni tampoco reemplazan a los otros poderes del Estado. No
vivimos en un régimen de gobierno de los jueces ya que ello implicaría una
usurpación del sistema democrático.
El derecho debe entenderse como un universo de vasos comunicantes entre
sus propias ramas y también con las demás ciencias. El derecho no puede
pretender imposibles físicos y dentro de la extraordinaria amplitud de su
materia, está referido fundamentalmente a regular las relaciones humanas con
plena afirmación de la libertad. Es una tarea modesta y magnífica que debe
sacar de un magistrado lo mejor de sí, quien en su cotidiano discurrir deberá
tener además una idea muy clara de la Teoría del Estado así como de su
proyección soberana en el ámbito nacional e internacional. ¿Estará el Congreso
a la altura de esa valla al designar a los nuevos magistrados?nComo actual
congresista espero que ahora sí.
FUENTE: http://www.expreso.com.pe/blog/tribunalibre#.Ufp48XpSkMs.twitter
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