Editorial:
"Lo que Urresti no hace"
El cambio de la seguridad en el Perú tiene que comenzar por la Policía Nacional.
Ministo del Interior: Daniel Belizario Urresti Elera |
El ministro
Urresti ha dicho que ya no dará cifras luego de las operaciones que encabeza
diariamente, aquí y allá. De ahora en adelante, se limitará a las estadísticas
oficiales. No tiene sentido seguir con las otras cifras, ha explicado, porque
sirven para que se le intente “pintar” como un mentiroso. Y tiene razón, no
tiene sentido seguir con ellas. Pero no tanto porque sean utilizadas por
algunos oportunistas para pintarlo como alguien que no dice la verdad, sino
porque ellas solitas, en su a menudo gruesa inverosimilitud, lo han pintado
así.
Lo que sí no ha detenido el ministro es el energético despliegue que le
permite encabezar cuanta operación se lleva a cabo en la ciudad. Esto también
tiene sentido (político, al menos). Aparentemente esa ubicuidad ha
logrado transmitir a la población la sensación de que el ministro es algo
parecido a los superhéroes que en las grandes historietas del pasado – y las
películas del presente– cuidaban la ciudad. Es difícil explicar de otra forma
que en menos de dos meses en el puesto el ministro a cargo del tema sobre el
que se concentraban las quejas más grandes de la población tenía ya una
aprobación del 46%.Si Ciudad Gótica puede dormir tranquila es porque Batman
está ahí, siempre atento, velando por ella.
Tampoco ha parado el ministro Urresti su tendencia a disparar medidas
efectistas (para efectos de la opinión ciudadana, no sabemos si también para
los delincuentes). Muchos asaltos se cometen con armas con licencias robadas o
en autos con lunas oscuras. Por ello, el ministro ha anunciado que se
prohibirán las armas en manos civiles y los autos con lunas oscuras. Como bien
ha escrito el ex viceministro del interior Ricardo Valdés, si
proliferasen en Lima (y esperemos que ello jamás suceda) los atentados con sicarios
en motos, veríamos las motos prohibidas.
Mientras tanto, sigue sin saberse mucho de los planes de fondo del
ministro. Ha vuelto a presentar el plan de seguridad ciudadana del 2013, pero
no se sabe si ahora este se comenzará a ejecutar seriamente o si le ocurrirá
más bien lo mismo que a aquellas obras públicas donde cada cierto tiempo una
autoridad diferente pone la primera piedra. Particularmente, preocupa saber si
el ministro tiene alguna estrategia para mejorar la serísima situación del
instrumento más importante con el que se cuenta para ejecutar cualquier plan de
seguridad ciudadana: la Policía Nacional (PN). Sobre la PN, más allá de
una buena idea para profesionalizar la gestión de la institución (pasando a
labores de seguridad a los miles de policías que actualmente se dedican a
labores administrativas), el ministro solo ha hecho anuncios de aumentos de
números. Se habrán graduado 53.300 nuevos policías al término de la gestión de
Humala, se enviarán dos mil nuevos policías en los próximos dos años al norte,
etc. El problema, sin embargo, es que, como están las cosas, la multiplicación
de los policías tendría que ser un motivo más de preocupación que de
tranquilidad para los ciudadanos.
De acuerdo con la recientemente publicada última edición del Ránking de
Competitividad Global, la policía peruana es, de lejos, una de las que tiene
servicios menos confiables (por su probidad y por su eficacia) de las 144
policías nacionales analizadas (concretamente, tiene el puesto 137; es decir,
solo 7 de las 144 inspiran menos confianza que la nuestra). Una información
que, al margen de los muy meritorios casos de excelentes policías que tenemos,
no debe sorprender a nadie. Piense, por ejemplo, en si usted se siente
tranquilo cuando lo detiene la policía mientras transita por las calles.
Lo peor es que la situación no tiene visos de mejorar en el corto
plazo. El anuncio del ministro Urresti sobre el número récord de policías que
se graduarán en los próximos años se debe a que cada vez se hace pasar menos
tiempo a estos en las, por demás, muy mal provistas escuelas policiales
(muchos, de hecho, se gradúan en un año, en lugar de los tres que supuestamente
dura la carrera). Por otro lado, no se sabe de ninguna reforma de fondo que, al
tiempo que haga que nuestros policías estén bien pagados e imponga un auténtico
sistema de meritocracia en la institución, pueda fortalecer los órganos de
control interno y los sistemas de denuncia ciudadana para combatir la
corrupción policial.
El cambio de la seguridad en el Perú tiene que comenzar por la PN. Está
claro que, más allá de las cifras que el actual ministro siga dando o no,
ningún esfuerzo que se haga por la seguridad en el Perú será confiable mientras
que su policía no lo sea.
FUENTE: http://elcomercio.pe/opinion/editorial/editorial-lo-que-urresti-no-hace-noticia-1756803
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