5 desafíos a los que se enfrenta Miguel Díaz-Canel,
el sucesor de Raúl Castro en la presidencia de Cuba-
Aunque lleva mucho tiempo
preparándose, su tarea no será fácil.
Díaz-Canel fue elegido como presidente por los diputados de la Asamblea Nacional de Cuba el 19 de abril. |
Miguel Díaz-Canel, un ingeniero de 58 años que desde 2013 se desempeñaba como primer vicepresidente de Cuba, fue elegido por mayoría como sucesor de Raúl Castro.
Se trata de un relevo histórico en la
jefatura del Estado. Por primera vez en casi 60 años, un nuevo dirigente no
perteneciente a la familia Castro ni a la generación que hizo triunfar la
Revolución y condujo a la isla hacia el socialismo, toma las riendas del país.
Con el proceso de reformas económicas
iniciado bajo la presidencia de Raúl Castro aparentemente encallado, el
acercamiento a Estados Unidos paralizado y los analistas advirtiendo del
deterioro de la economía, el nuevo líder cubano tiene ante sí desafíos
mayúsculos.
Estos son los 5 mayores.
1. Falta de legitimidad y la sombra de la
"Generación histórica"
La principal fuente de legitimidad en
la política interna de Cuba había sido hasta ahora el hecho de haber
participado en la lucha guerrillera contra el régimen de Fulgencio Batista.
Fidel Castro fue el líder de aquel
movimiento armado y desde su victoria en 1959 se le aclamó oficialmente como el
líder histórico de la revolución socialista.
Cuando debido a sus problemas de
salud le cedió el poder a su hermano Raúl, provisionalmente en 2006 y
definitivamente en 2008, éste pudo contar con el aval de haber tomado parte en
aquella Revolución armada y de su parentesco con Fidel.
Pero, como indica Rafael Hernández,
director de la revista cubana Temas, "la autoridad de Raúl o de Fidel no
la va a heredar nadie".
Se trata, pues, de un relevo
generacional no exento de problemas, en el que el nuevo máximo dirigente
"tendrá que construir su propio consenso y su propio capital
político".
Si en la época de Fidel era él quien
concentraba el poder, Hernández cree que ahora se vivirá "un proceso de
descentralización".
Según él, con Raúl Castro se impuso
un estilo más colegiado de gobernar y Díaz-Canel "se caracteriza por su
capacidad para trabajar en equipo".
Obligado a explicar más sus
decisiones al resto de dirigentes y a ser más conciliador de lo que tuvieron
que serlo los Castro, el nuevo presidente podría sufrir un
problema de falta de autonomía y ver limitada su capacidad de maniobra para
impulsar reformas.
De hecho, el adiós de Raúl Castro no
es total.
Seguirá siendo el primer secretario
del Partido Comunista de Cuba (PCC), reconocido en la Constitución como
"la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado".
Junto a él, permanecerán en su Buró
Político figuras como Ramiro Valdés o José Ramón Machado Ventura, compañeros de
Raúl y Fidel en la llamada "Generación histórica", a la que
Díaz-Canel elogia y promete lealtad.
Fidel y Raúl Castro contaban con el aval de que lideraron la lucha armada en la Sierra Maestra. |
Rafael Rojas, intelectual cubano del
Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) de Ciudad de México, cree
que el Buro Político retiene "el poder real" y en él se "ha
decidido acompañar el traspaso de la jefatura del Consejo de Estado, entre una
generación y la otra, con un inmovilismo institucional e ideológico que reste
ímpetu renovador al nuevo liderazgo".
Pronostica que Díaz-Canel formará
"un gobierno muy, muy continuista, sobre todo en sus primeros años, porque
el continuismo es una garantía de su legitimidad".
A quienes, como la oposición,
reclaman que la salida del menor de los Castro traiga consigo una rápida
transformación en la isla, su sucesor lanzó un mensaje claro al anunciar
"continuidad de todo".
2. El perfeccionamiento de las reformas económicas
Durante la presidencia de Raúl
Castro, la puesta en marcha de las medidas liberalizadoras avivó la actividad
económica, la condonación de gran parte de la deuda externa negociada con los
países del llamado Club de París alivió las cuentas estatales y el sector
privado floreció.
Las reformas emprendidas por Castro
abrieron la puerta a cosas hasta entonces vetadas a los habitantes de la isla,
como abrir pequeños negocios privados, comprar y vender viviendas y autos,
viajar al extranjero y alojarse en hoteles.
Pero últimamente las cosas parecen
haberse torcido.
La economía vio cómo en 2016 se frenó
su crecimiento de los últimos años.
El de ese año es el último dato de
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) confirmado por la Oficina Nacional
de Estadística (ONE) y muestra un incremento del 0,5%, muy inferior al 4,4% de
2015.
El ministro de Finanzas y
Planificación, Ricardo Cabrisas, hizo balance de 2017 diciendo que había sido
un año "tenso y complejo". Ante la Asamblea Nacional anunció que el
PIB creció un 1,6% interanual.
El pasado marzo Castro animó a los
cubanos a mirar al futuro "con total confianza" y reconoció
"errores e insuficiencias" en la puesta en práctica de las reformas.
Carmelo Mesa Lago, catedrático de
Economía en la Universidad de Pittsburgh, duda de que los datos oficiales
cubanos sean fiables y sostiene que "Cuba vive la peor crisis desde el
llamado Periodo Especial de la década de 1990, cuando se produjo la caída del
socialismo real en Europa".
La situación actual, que no ha
llegado a la gravedad de aquella, se debe, en gran parte, a los problemas de
otro socio y aliado: Venezuela.
Los intercambios con este país, hasta
hace poco el principal socio comercial de Cuba, han caído drásticamente.
El gobierno admite la necesidad de
mejoras. Subraya el impacto negativo del embargo que Estados Unidos mantiene en
vigor y de fenómenos meteorológicos adversos como el huracán Irma, que golpeó
la isla el pasado verano.
Para muchos observadores fuera de la
isla, el único camino posible pasa por liberalizar la economía nacional y
favorecer la llegada de la inversión extranjera.
El reto, según Rafael Hernández,
"es construir un nuevo modelo socialista y eficiente que restaure el nivel
de vida que tenían los cubanos en la década de 1990".
La pregunta es si tal cosa será
posible.
Para Mesa-Lago, en el plano
económico, el nuevo presidente encara "un periodo de transición muy
difícil".
El pasado marzo, Díaz-Canel afirmó
que "la actualización del modelo económico y social es un proceso más
complejo de lo que pensamos en un principio".
3. Dos monedas, muchos problemas
Cuba es especial por muchas razones.
Una de ellas es que es uno de los pocos países del mundo con dos monedas en
circulación.
Se trata del Peso Cubano o CUP, en la
que el Estado paga los salarios de los trabajadores, y el CUC o Peso Cubano
Convertible, equivalente a 25 CUP.
Economistas dentro y fuera del país
advierten desde hace años de la necesidad de terminar con una anomalía que
impide que las reformas económicas fructifiquen.
Aunque en Cuba servicios como la
educación y la sanidad son gratuitos, los cubanos que trabajan para el Estado
(aproximadamente el 75% de la población) perciben su salario en pesos cubanos,
mientras que los productos que adquieren en tiendas y supermercados se venden
en CUC, con lo que su poder adquisitivo se resiente enormemente.
El gobierno se ha fijado el objetivo
de la unificación monetaria, pero tampoco esa es una misión sencilla.
"La doble moneda plantea
problemas tremendos y la unificación no es algo que se pueda hacer de un
golpe", señala Mesa-Lago.
Muchas empresas estatales llevan su
contabilidad desde el supuesto de que un CUC vale casi lo mismo que un dólar
estadounidense, pero en realidad este es su valor solo en las casas de cambio
oficiales de Cuba. En el extranjero, el CUC no es objeto de intercambio.
Esto genera "enormes
distorsiones" que impiden conocer la situación real de esas compañías y el
valor de muchas exportaciones que se canalizan a través de ellas.
"Con la unificación, muchas
quebrarían", afirma el economista cubano basado en Estados Unidos.
Otro efecto indeseado sería el de la
inflación. Unificar dos monedas de valor tan diferente provocaría un aumento
de los precios.
Otro rompecabezas que Díaz-Canel
tendrá que resolver.
4. El reto pendiente de extender internet
Acceder a internet sigue sin ser
fácil para los cubanos.
En primer lugar por su poca
accesibilidad. En la mayor parte del país, la red solo está disponible en unos
puntos Wifi de acceso públicos en la calle.
Y luego por el punitivo precio. Con
un salario mensual que en la mayoría de los casos no supera los US$20 ó 30
mensuales, el dólar y medio que cuesta una hora de conexión supone un esfuerzo
que pocos pueden permitirse.
Según el informe sobre la libertad en
la red de la organización Freedom House de EE.UU., Cuba sigue siendo uno de los
países del mundo con una más baja penetración de internet y el gobierno bloquea
los sitios que considera inadecuados, entre ellos muchos de los promovidos por
la oposición.
Se estima que apenas un 5% de los
cubanos tiene internet en su casa.
En los últimos meses, la compañía
estatal de comunicaciones, Etecsa, puso en marcha un plan con el que pretende
extender internet en los hogares del país.
Los críticos señalan que el coste
sigue siendo demasiado elevado y la velocidad de la conexión muy lenta.
El nuevo presidente de la isla se
refirió al problema de la red el pasado febrero. "Se ha hecho mucho, pero
no todo lo que necesitamos, ni de la manera más coherente".
5. La relación con Trump y Estados Unidos
La llegada de Donald Trump a la Casa
Blanca supuso el final del acercamiento iniciado por Barack Obama.
La economía de Cuba vive tiempos difíciles, pero no tanto como los del Periodo Especial, cuando cayó la URSS. |
El nuevo presidente anuló algunas de
las medidas más importantes de su antecesor. La restauración de las
restricciones a los viajes de ciudadanos estadounidenses ha privado de una de
sus fuentes principales de ingresos al sector turístico, vital para la economía
cubana.
Trump endureció además el embargo
vigente desde hace décadas al poner trabas a todos los negocios con EE.UU. de
las empresas gestionadas por Gaesa, el gran entramado empresarial controlado
por las Fuerzas Armadas.
Las nuevas normas dificultan que los
nacionales de Estados Unidos pernocten en los hoteles de Gaesa o consuman en
sus restaurantes.
Esta tanda de medidas consideradas
hostiles por La Habana se produjo poco después de un turbio e inesperado
incidente diplomático.
Tras denunciar que personal de su
embajada en Cuba había sufrido problemas de salud derivados de supuestos
ataques sónicos, Washington redujo al mínimo la actividad consular y aseguró
que las autoridades cubanas no cumplieron su deber de proteger a los
diplomáticos extranjeros.
Estados Unidos no presentó pruebas.
La expulsión el pasado octubre de 15
funcionarios de la embajada cubana en Washington confirmó el deterioro de las
relaciones.
El gobierno cubano ha negado toda
relación con los supuestos ataques sónicos.
El gobierno quiere unificar las dos monedas, pero los expertos advierten que no será nada sencillo. |
Arturo López Levy, politólogo de la
Universidad de Texas, cree que "si se mantiene la agresividad desde
Washington, es probable que Cuba se coloque a la defensiva", lo que
reduciría los incentivos de sus gobernantes para introducir cambios en el
sistema.
Las relaciones con Estados Unidos han
sido difíciles desde que el comunismo se impuso en la isla.
Con la visita de Obama a Cuba en 2016 se abrió paso un nuevo
tono cordial entre ambos países que chocó con la negativa del Congreso de
EE.UU., de mayoría republicana, a levantar el embargo.
Carlos
Malamud, investigador del Real Instituto Elcano de Madrid, cree que entonces La
Habana "cometió un error garrafal al no dar los pasos necesarios para
impulsar" las reformas que hubieran permitido a Obama probar en su país
que su política hacia la isla estaba dando el resultado que no dio medio siglo
de bloqueo.
Díaz-Canel
protestó recientemente contra la hostilidad del "imperio"
estadounidense.
La
vieja retórica del enfrentamiento se abre paso de nuevo.
FUENTE: http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-43622053
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