"La pistola no me cabía en las manos, pero con
ella yo me creía Superman": el preocupante aumento de los menores que
matan en América Latina
UNICEF propone un enfoque equilibrado y no caer en la criminalización de la juventud |
A uno le tocó morir "en su
propia ley", un ajuste de cuentas; otro vive con la culpa de haberle
disparado al que fue su mejor amigo y el último se convirtió en un líder que
lucha para salvar a otros niños y adolescentes de caer en los campos de
entrenamiento del crimen organizado.
Son historias como las de tantos
otros chicos en el continente a los que les tocó conocer la droga, las armas y
la muerte muy jóvenes.
Muchachos con menos de 18 años, la
mayoría con familias desestructuradas, violencia en sus casas, bandas
criminales alrededor y difíciles condiciones socioeconómicas.
Algunos de ellos jalaron el gatillo
por primera vez cuando apenas tenían 13 años y otros conocieron una celda antes
de cumplir 15.
Son pandilleros, asaltantes o
sicarios baratos que el crimen organizado usa como materia desechable.
Todos son parte de un fenómeno que
crece y preocupa en América Latina: los menores que matan.
Los reportes gubernamentales y de
organizaciones como el Banco Mundial y Naciones Unidas coinciden: hay más menores de edad acusados de delitos graves como asesinatos en
países como Argentina, El Salvador, Honduras, México o Uruguay.
Y el problema también está presente
en otros como Colombia, Guatemala, Panamá o Perú.
El asesor regional de protección de
UNICEF, José Bergua, explicó a BBC Mundo que existe una "preocupación
legítima y razonable" ante el incremento de la delincuencia juvenil.
Sin embargo añadió que no se deben sobredimensionar estos casos y mucho menos criminalizar
a los jóvenes.
"Creemos que hay que tener una
discusión equilibrada y no ser catastróficos. No proponemos que se los trate
con guante de seda, pero son personas en desarrollo con posibilidades de
reinserción", señaló Bergua.
Y como apunta, hay historias con
finales terribles, pero también otras que demuestran que existe una salida al difícil laberinto de la violencia.
Como muestra de la gravedad de esta
problemática, en BBC Mundo te contamos algunas de ellas.
Argentina: el Peti
El 1 de mayo le pegaron tres balazos.
El fatal entró por su rostro e impactó en la médula espinal. Llegó con signos
vitales al hospital, pero no resistió.
Así relataron los medios argentinos
la muerte de Leandro Ojeda, mejor conocido en las villas
que rodean a Buenos Aires como el Peti.
Tenía 17 años. Fue un ajuste de
cuentas.
A pesar de su corta edad, los medios
de su país lo bautizaron como "el chico que no podía dejar de
matar" y en la policía bonaerense decían que "tenía el demonio por dentro".
A El periódico argentino Clarín contó que empezó asaltando buses a los 13
años y a esa edad conoció lo que era matar.
La primera vez que fue detenido tenía
14; lo encontraron con una pistola calibre 22 y 10 balas.
A los 15 años, "Peti" ya
tenía 40 cargos judiciales. Cuando falleció lo responsabilizaban de al menos 10
muertes.
El diario Perfil publicó que, según
una investigación preliminar de la División Homicidios de la Policía Federal,
su muerte hizo parte de una red de venganzas.
"Al hablar de un chico de 17
años que mata desde los 13 y terminó asesinado, hay que hacer una valoración
que intente explicar cómo fue que ese adolescente llegó a ese punto", le
dice a BBC Mundo Sergio Dima, periodista que cubre asuntos policiales en Clarín
y que siguió el caso del Peti.
"Hay que interrogarse sobre la
vida que tuvo, cómo creció, qué acceso tuvo a derechos como la educación, la
salud, la vivienda".
No proponemos que se los trate con guante de seda,
pero son personas en desarrollo con posibilidades de reinserción".
José Bergua, asesor regional de protección de
UNICEF
Dima señala que, al igual que el
Peti, muchos otros muchachos de las periferias bonaerenses "crecen en
asentamientos o villas de emergencia, en medio del desamparo absoluto, inmersos en una pobreza y una violencia que pocos conocen realmente".
A pesar de los intentos de BBC Mundo,
en la Policía Federal y dos comisarías de Buenos Aires no quisieron referirse
al caso del Peti alegando desconocimiento del tema o imposibilidad de brindar
declaraciones de prensa.
El censo penal elaborado por el
ministerio de Justicia argentino señala que en 2014 se reportaron 255
detenciones de menores por asesinatos y homicidios y 73 por intentos de
asesinato.
La cifra en 2012 era de 181.
En 2014, 1.142 menores de edad fueron
recluidos por estar involucrados en delitos graves. Dos años antes fueron 873.
"Las villas están llenas de
chicos como el Peti, pero nadie parece advertirlo. Nadie está pensando en como
lograr que esos adolescentes puedan proyectarse y tener otra esperanza, otra forma de pelearla que no sea empuñando un arma",
concluye el periodista.
Las villas de la periferia bonaerense son escenario de asaltos y microtráfico de drogas |
Honduras: Cecilio
Hace un mes falleció el mejor amigo
de Cecilio Torres.
Había quedado parapléjico por un
disparo hace siete años y esa misma bala incrustada en su
cuerpo terminó provocándole un cáncer fatal.
Cecilio Torres fue quien le disparó.
Sucedió en el municipio de Choloma, en el noroeste de Honduras, una región con
niveles elevados de pobreza y fuerte presencia de pandillas y tráfico de
drogas.
"Teníamos menos de 17 años. Yo
lo dejé inválido porque él me quería cobrar algo. Eran
problemas de narcotráfico", recuerda Torres en entrevista con BBC
Mundo.
los 12 años, Cecilio compró su primer
arma, una calibre 45 que pagó con lo que juntó vendiendo droga en los barrios
de Choloma.
La policía hondureña controla escuelas y barrios con la presencia de pandillas. |
"La pistola no me cabía en las
manos, pero con ella yo me creía Superman. En ese momento lo que más
quería era ganarme el respeto en las calles", relata.
Torres pensaba en aquel entonces que
el respeto se lo ganaba a punta de plomo, asaltos, y traficando y consumiendo
sustancias prohibidas.
La madre de Cecilio lo echó de su
casa y lo más cercano a una familia que tuvo en su adolescencia fueron las
pandillas con las que aprendió a disparar, robar y traficar con drogas.
Conoció la cárcel a los 15 años y
tenía que vivir escondiéndose porque grupos de narcotraficantes enemigos lo
buscaban para matarlo, como lo habian hecho con sus amigos.
"Cuando me escapé de la prisión
quise volver a lo mismo, pero todos los de mi grupo estaban muertos. Yo deseaba
volverme invisible porque también me buscaban a mí", recuerda.
"Es más barato un balón de fútbol que un ataúd", es uno de los mensajes de los niños que participan en las actividades de Jóvenes contra la violencia. |
Más de uno pensaría que la historia de
Cecilio concluiría como la del "Peti", pero Cecilio
encontró un camino distinto.
Ahora, con casi 24 años, dirige una
escuela de danzas folclóricas y es árbitro de fútbol aficionado.
Intenta, con el baile y los deportes
como aliados, evitar que otros jóvenes de su ciudad pasen por su experiencia.
"Mi ciudad sigue siendo una de
las más calientes (peligrosas) por las pandillas y el narcotráfico, por
eso quiero ayudar. Yo tengo que vivir tratando de perdonarme por las cosas que
hice y eso no se lo deseo a los más jóvenes", señala Cecilio Torres.
No exagera. Y no sólo es un problema
del municipio de Choloma.
Cuando me escapé de la prisión quise volver a lo
mismo, pero todos los de mi grupo estaban muertos. Yo deseaba volverme
invisible porque también me buscaban a mí".
Cecilio Torres, extraficante de drogas y
expandillero, ahora profesor de danzas en Honduras.
Un informe del Centro Electrónico de
Documentación e Información Judicial (CEDIJ) de la Corte Suprema de Justicia de
Honduras señala que entre 2009 y 2014 la cifra de menores de 12 a 18 años con
acciones judiciales en su contra ha aumentado significativamente.
Los niños y jóvenes representan entre
el 10% y 12% de todas las detenciones.
Los menores son utilizados para cometer los delitos más graves como son el
sicariato, la extorsión, el narcomenudeo y el robo de autos.
Entre el 1 de enero de 2009 y el 25
de octubre de 2013 se registraron acciones judiciales contra 6.835 menores
entre los 12 a 18 años en los Juzgados de Letras de la Niñez y Adolescencia por
delitos que van desde el asesinato hasta el asalto.
México: Carlos
"En México ya existen centros de
entrenamiento para menores", relata a BBC Mundo Carlos Cruz, un
expandillero que ahora dirige la organización Cauce Ciudadano, que ayuda a
muchachos que salieron de circuitos de violencia en su país.
No exagera. El crimen organizado que
opera en diversos puntos del Estado mexicano aprovecha las protecciones legales
que gozan los menores y por ello los utiliza para la comisión de delitos.
Y el problema no es sólo de México. Estas bandas criminales extendieron su alcance hacia otros países y
también "reclutan" niños y adolescentes en Guatemala y El Salvador.
"Nos involucran desde muy
pequeños en pandillas y en el tráfico de sustancias. En mi grupo éramos 23 cuando teníamos 13 años y sólo tres llegamos
vivos a los 17 años", relata Cruz.
Carlos se salvó de lo que él llama
"una estrategia paramilitar para aprovecharse de los
niños" y ahora trabaja para salvar a otros.
No es fácil. En 2015, una comisión
especial guatemalteca denunció que las bandas criminales mexicanas se
aprovechan de menores para tres fines: comisión de delitos,
explotación laboral y explotación sexual.
4.000 menores no acompañados fueron
repatriados de México a Guatemala en 2014 y sólo en el primer semestre de 2015
esa cifra aumentó.
Muchos de estos niños y adolescentes
fueron cooptados, engañados o secuestrados por el crimen organizado.
Una vez en manos de las bandas o
pandillas, primero aprenden a ser "correos" del narcomenudeo,
después empiezan a asaltar y finalmente son entrenados para ser sicarios.
Aunque suene difícil de creer, los
reportes policiales y testimonios tomados en las cárceles revelan que todo ese
aprendizaje puede empezar desde los seis años y culminar antes de los 13.
Nos involucran desde muy pequeños en pandillas y en
el tráfico de sustancias. En mi grupo éramos 23 cuando teníamos 13 años y sólo
tres llegamos vivos a los 17 años"
Carlos Cruz, ex pandillero mexicano y ahora líder
de la organización Cauce Ciudadano.
El censo nacional de justicia estatal
de 2015 realizado en México señala que casi 45.000 adolescentes son
investigados en relación con delitos del fuero común.
Además, unos 5.000 jóvenes están
presos por la comisión de delitos graves, de los cuales el 22% lo están por
asesinato y homicidio.
El Comité de los Derechos de los
Niños de Naciones Unidas es otra de las organizaciones que, al igual que Cauce
Ciudadano, señala que uno de los factores que incide en estas cifras es el
reclutamiento de menores en México por parte de la delincuencia organizada.
En México hay niños que crecen rodeados de organizaciones armadas y pandillas. |
Una encuesta en centros de
internamiento para adolescentes en conflicto con la ley realizada por la
investigadora Elena Azaola para UNICEF y el gobierno mexicano, revela que en
las colonias o barrios donde estos muchachos crecieron era fácil conseguir
drogas y armas.
Además, 25% de los menores señalaron
que en sus barrios existían muchas pandillas y en el 39% de los casos los jóvenes señalaron influencia de su entorno
para la comisión de delitos.
El coordinador de Cauce Ciudadano
señala que el crimen organizado ha potenciado sus estrategias para cooptar
menores por las políticas de criminalización y "guerra contra el
narcotráfico" implementadas en México desde 2006.
"América Latina tiene que
voltear a ver lo que pasa en México para saber cuál es el camino que no hay
que tomar. Hagan lo contrario a lo que se hace en México porque sino el
remedio puede salirles peor que la enfermedad, como a nosotros", concluyó
Carlos Cruz.
Salidas
¿Cómo hacer para que cada vez más
chicos terminen como Carlos o Cecilio y no como el Peti?
Mientras los organismos internacionales
y asociaciones que trabajan con jóvenes proponen estrategias de reducción de
daños y reinserción útil, aumentan los políticos que plantean "mano
dura" y reducción de la edad de imputabilidad.
En Brasil, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México, Perú o Uruguay, por ejemplo, ya existen propuestas
legislativas para que los menores puedan ser procesados por delitos como si
fueran adultos.
El experto de UNICEF José Bergua
explica que debates sobre endurecimiento de penas "no
son saludables" porque apenas atienden inquietudes de la población y no
consideran todas las dimensiones del problema.
"Con una política de cárceles
muchas veces (los jóvenes) salen peor. Hay que invertir en políticas
preventivas que, además de todos sus beneficios, son más baratas que mantener a
miles de menores en prisión", explicó.
Al respecto, Santiago Ávila,
coordinador de la organización hondureña Jóvenes contra la violencia, explicó a
BBC Mundo que el sistema judicial hondureño no tiene una estrategia de
rehabilitación apropiada.
Jóvenes contra la violencia intenta convertir a exmiembros de pandillas hondureñas en líderes positivos dentro de sus comunidades. |
Ávila recuerda que a él mismo le toco
perder a su hermano víctima de la violencia y que sus antiguos compañeros de
escuela "están asesinados o se volvieron parte de las pandillas".
"Usamos los mismos métodos que
las maras para reclutar a los jóvenes, pero lo hacemos para convertirlos
en 'embajadores de la prevención'. Promovemos voluntariados y programas
educativos", explica Ávila.
Sin embargo, los esfuerzos de Jóvenes
contra la violencia, de Cauce Ciudadano o de Cecilio Torres todavía no son
suficientes.
La escasa atención a los menores en
barrios argentinos, el microtráfico de droga en las provincias
centroamericanas, las pandillas y el crimen organizado en México son enemigos -por ahora- muy poderosos.
FUENTE:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/05/160509_america_latina_ninos_sicarios_menores_que_matan_aumento_bm
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