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jueves, 13 de noviembre de 2014

A los 25 años de la caída del Muro (Martín Belaunde Moreyra)

A los 25 años de la caída del Muro
(Martín Belaunde Moreyra)
El último domingo 9 de noviembre pude ver por CNN la extraordinaria ceremonia de conmemoración de los 25 años de la caída del Muro de Berlín. Se trató de una multitudinaria manifestación en la que alrededor de cien mil personas celebraron ese extraordinario evento en la historia de la libertad del ser humano. Y lo hicieron lanzando al aire miles de globos mientras que la orquesta sinfónica de Berlín tocaba la Novena Sinfonía de Beethoven, lo cual le dio a la celebración una áurea de libertad y majestad irreproducible en otras circunstancias. Fue si se quiere, la mejor reivindicación del pueblo alemán después de la derrota sin atenuantes de la Segunda Guerra Mundial, que de alguna manera borra, si bien no olvida, el oprobio de Hitler y del nazismo.

¿Pero cómo pudo ocurrir este fenómeno que no estaba planificado en ningún manual de política? Aquí cabe aplicar una frase que muchas veces escuché a Fernando Belaunde Terry: el valor de lo imprevisto con sus tremendas e inevitables consecuencias. Esta historia quizás comenzó a desencadenarse a raíz la elección del Papa polaco Wojtyla, Juan Pablo II, que dio nuevos bríos a la rebelión de Solidaridad y socavó la seguridad interna de la antigua Europa Oriental sustentada en la bota del soldado ruso. Al mismo tiempo aceleró las contradicciones internas dentro de los pueblos dominados al interior de la Unión Soviética, lo cual a su vez obligó a Gorbachov a inventar el engendro de la perestroika como una manera de aggiornar al comunismo, pero que tuvo la virtud de hundirlo en más contradicciones, que a su vez aceleraron su caída dos años después del desmantelamiento del muro de Berlín.

Hoy el comunismo no existe en Europa, ni en la así llamada Oriental, socia de la Unión Europea, ni en Rusia misma. Sin embargo, en el Kremlin tenemos un régimen de cara democrática empeñado en reconquistar a sus antiguos dominios, lo que ha conseguido ya al arrebatar Crimea de Ucrania y amenazar a esta última, por la vía de la anexión indirecta de sus provincias del Este o mediante su conquista militar. ¿A través de métodos violentos acompañados de la presión económica del suministro de gas, podrá Putin convertir a Kiev en la reinventada capital del primer rus, que brilló como una avanzada del cristianismo en las estepas euroasiáticas?

No lo sabemos, pero sí debemos tomar conciencia que en los extramuros de Europa se está desencadenando una nueva tensión, en alguna forma parecida a la Guerra Fría de la segunda mitad del siglo XX, quizás sin su potencialidad destructiva, pero no menos real en el desafío geopolítico del mundo.

FUENTE: http://www.expreso.com.pe/blog/tribuna-libre-852

miércoles, 15 de octubre de 2014

Un soldado en Lima

Un soldado en Lima
En 1964, Charles de Gaulle, el combatiente de la I y II Guerra Mundial que se hizo presidente de Francia, realizó una histórica visita de 26 días por América del Sur. En Lima, el paso del político y militar francés captó la admiración de miles de peruanos.
Cuando ese viernes 25 de setiembre de 1964 Charles de Gaulle arribó a nuestro país, se le recibió con todo el honor y respeto que merece un hombre que entrega la vida por su patria.
Desde su ingreso a cielo nacional, De Gaulle fue escoltado por tres aviones de la Fuerza Aérea del Perú, y en tierra más de 25,000 agentes de seguridad –entre ellos los de Interpol, PIP, la Surete de Guardia Civil y la Guardia Republicana– tenían por misión velar por la seguridad del invitado de honor, quien llegó en gira por América del Sur junto con su esposa y primera dama, Yvonne Vendroux.
Gigantesca bienvenida a De Gaulle, titularía a toda página el diario La Crónica 24 horas después de que el presidente Fernando Belaunde, junto a un pelotón de militares, recibiera al héroe francés en las instalaciones del entonces aeropuerto internacional de Limatambo.
Era la primera vez que un presidente francés pisaba tierras peruanas, y la multitud siguió su recorrido hasta la Plaza Mayor de Lima, donde lanzó un breve discurso desde el balcón municipal. “Francia, tierra de historia y de civilización, saluda al Perú, heredero de nobles tradiciones y animado por su afán de renovación. Francia saluda al Perú aquí en Lima, que es ‘linda’ y moderna”, proclamaba.
Aquella tarde, más de 50,000 compatriotas se apostaron en los alrededores de la Plaza Mayor para admirar a ese presidente-soldado que sobrevivió a las más terribles guerras del siglo XX. Su visita fue una fiesta popular. A su paso, su uniforme y kepí fueron cubiertos por incalculables papelitos de colores. Según los reportes periodísticos, más de un hombre de prensa resultó herido al tratar de robarle alguna frase o sacarle una fotografía en el mejor de sus ángulos.

En el Congreso
Al día siguiente, sábado 26, De Gaulle asistió a la sesión solemne del Congreso de la República y dicen que, durante su trayecto, un grupo de sanmarquinos coreaba “¡Francia sí, yanquis no!” cerca al Parque Universitario. Luego de haber recibido los saludos de Víctor Freundt Rossell, presidente del Congreso, y el senador Luis Alberto Sánchez, De Gaulle, el hombre que encarnaba a toda Francia, anunciaba –con un castellano memorizado– que “había llegado la hora de dar más ayuda a América”. Y ese gesto fue vitoreado.

De soldado a presidente
De Gaulle fue símbolo de la resistencia francesa contra los nazis invasores. Nació en la ciudad de Lille, en 1890, y creció en el seno de una familia con marcados ideales patrióticos. Sus biógrafos afirman que aquellos años junto a su padre influyeron notablemente en la vida del general. Francia es “una, grande y libre” solía repetirle desde pequeño.
A los 18 años, ingresó a la Escuela Especial Militar de Saint-Cyr. A los pocos meses de haber culminado sus estudios castrenses, en agosto de 1914, se enfiló en las tropas francesas para luchar en la Primera Guerra Mundial, resultando herido.
Una de sus hazañas más aclamadas se perpetuó el 17 y 18 de junio de 1940, en plena Segunda Guerra Mundial. El general Philippe Pétain acababa de anunciar la rendición francesa y De Gaulle, con 50 años a cuestas, decidió partir hacia la zona aliada de Gran Bretaña y frente al primer ministro británico Winston Churchill –quien tomó el timón durante el conflicto– sentenció tres solemnes palabras: ¡Yo soy Francia!
Desde Londres, De Gaulle no dejaba de alentar a sus compatriotas, los exhortaba a coger nuevamente sus armas y hacerle frente al despiadado poderío nazi. “Francia ha perdido una batalla. ¡Pero Francia no ha perdido la guerra!”, proclamaba entonces para una radio británica. Sus palabras quedaron cinceladas en la memoria de los franceses. (Renato Pajuelo)

Datos
Fue presidente de la República Francesa entre 1958 a 1969 e inspirador del gaullismo.
Ocupó otros cargos importantes, como líder de las Fuerzas Armadas de la Francia Libre, presidente del Gobierno Provisional de la República Francesa, copríncipe de Andorra, ministro de Defensa de la República Francesa, primer ministro de Francia.
De Gaulle falleció el 9 de noviembre de 1970, a los 79 años de edad.

FUENTE: http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia-un-soldado-lima-22485.aspx#.VD8jR_l5O0l

viernes, 1 de febrero de 2013

Ex presidentes Belaunde y Paniagua no compraron casas al término de sus gobiernos, señala congresista Víctor Andrés García Belaunde

Ex presidentes Belaunde y Paniagua no compraron casas al término de sus gobiernos
Señala congresista Víctor Andrés García Belaunde

Los ex presidentes Fernando Belaunde y Valentín Paniagua no compraron propiedades al dejar la Presidencia de la República, y siempre tuvieron una conducta austera, afirmó hoy el congresista Víctor Andrés García Belaunde, dirigente de Acción Popular.

Sostuvo que no hay nada ilegítimo en que otros exmandatarios compren viviendas a precios muy altos, pero opinó que eso puede generar diversas interpretaciones.

“Estamos viviendo una fiebre de casas de expresidentes, entiendo que deben vivir con decoro, acorde con el cargo que han ocupado; pero le hace mucho daño a la política el interés inmobiliario que muestran cuando dejan la Presidencia”, refirió.

Contó que el ex mandatario Fernando Belaunde Terry, en 1963, tenía dos propiedades: una casa en la avenida Inca Ripac, en Jesús María, y otra en el balneario de Naplo, que tuvo que vender para financiar la campaña que lo llevó a la Presidencia por primera vez (1963-1968).

Al abandonar Palacio de Gobierno por un golpe de Estado, dijo que Fernando Belaunde tenía una cuenta de ahorros con 250 dólares que usó en los primeros días de exilio, hasta que consiguió empleo como docente en una universidad de Estados Unidos.

Durante su segundo gobierno (1980-1985) vendió su casa de Jesús María y cuando acabó su mandato se fue a vivir a un departamento de 120 metros cuadrados de propiedad de su esposa, Violeta Correa. 

“Es el único presidente que llegó al gobierno con dos casas y se fue sin ninguna propiedad, tuvo un cambio pero hacia abajo”, refirió el parlamentario, en declaraciones a la Agencia Andina.

Valentín Paniagua, ex presidente del gobierno de transición, también dio las mismas señales de austeridad. Según García Belaunde, el líder de Acción Popular asumió su mandato con una casa en Camacho, donde residió hasta el día en que falleció.

Las expresiones de García Belaunde se producen luego de que esta semana se conociera que el expresidente Alan García adquirió una vivienda por 800,000 dólares, y se pusiera en cuestión que la suegra del exmandatario Alejandro Toledo comprara una residencia por más de tres millones de dólares.

Para García Belaunde, si bien no está en cuestión el origen de los recursos empleados en esa transacción, el valor de las propiedades afecta a la clase política, “porque incentiva a que muchos piensen que todo eso se puede conseguir con un cargo público”.

“No dudo que los dos expresidentes tiene ingresos legítimos con las conferencias que dan y que tengan aspiraciones legítimas de comprarse propiedades; pero deben pensar también en el daño que se hacen ellos mismos”, refirió.

FUENTE: (FIN) FHG/GCO
GRM
http://www.andina.com.pe/espanol/noticia-expresidentes-belaunde-y-paniagua-no-compraron-casas-al-termino-sus-gobiernos-445745.aspx


jueves, 18 de octubre de 2012

IN MEMORIAM FERNANDO BELAUNDE TERRY (FBT). Por: Martín Belaunde Moreyra

IN MEMORIAM
FERNANDO BELAUNDE TERRY (FBT)
                                   Por: Martín Belaunde Moreyra

Para conocer a Fernando Belaunde Terry es indispensable evocar su  ambiente familiar. Nació el 7 de octubre de 1912, tercer hijo del matrimonio de  don Rafael Belaunde Diez Canseco y de doña Lucila Terry García, ambos de gran tradición, si bien de limitada fortuna patrimonial. Rafael, de origen arequipeño, se trasladó a Lima en el año 1900 a raíz del infortunio sufrido por su padre, don Mariano Belaunde y La Torre, cuando ejercía la cartera de Hacienda y una diputación por Arequipa, con motivo de unas letras de cambio personales utilizadas para mantener la confidencialidad en la compra de un lote de armamento. Este incidente determinó su renuncia y desafuero parlamentario, siendo juzgado por la Corte Suprema con la pérdida de su patrimonio. En ese tiempo, sus hijos Víctor Andrés y Rafael, se turnaban para acompañarlo en la prisión.
En ese ambiente austero pero de gran cohesión familiar, el matrimonio de Rafael Belaunde y Lucila Terry formó a sus hijos con inmenso apego a los valores democráticos, simbolizados por el Califa, como así llamaban a don Nicolás de Piérola, a quien Rafael solía frecuentar en su casa de la calle Milagro, a escasos metros de la Plazuela San Francisco. Fernando en su niñez se desplazó en la Lima cuadrada de la segunda y tercera década del siglo XX, desde el hogar paterno de las calles Corcovado y Gallinazos, a su estudio de abogado en la calle Juan Pablo, a poca distancia del Congreso de la República, donde Rafael en la primera etapa del oncenio de Leguía fue promovido al cargo de Oficial Mayor del Senado.
Pero la inquietud política pudo más que la prudencia y en un viaje a Arequipa en 1924 para visitar a su madre, doña Mercedes Diez Canseco de Belaunde, Rafael se encontró con David Samanez Ocampo, viejo caudillo de montoneras pierolistas. Ambos paseaban por las calles y plazas de la ciudad mistiana, sea para conspirar o quizás mejor vociferar contra la dictadura de Leguía, que tres años antes había exiliado a su hermano Víctor Andrés. El gobierno ni corto ni perezoso lo detuvo para enviarlo a la isla San Lorenzo, en la que Rafael hizo una huelga de hambre y logró que lo deportaran a Panamá, donde se reunió con su familia para luego viajar a París, ayudado por un paisano y lejano pariente de Arequipa.
En París, Rafael tuvo una ayuda inesperada al recibir del Senado sus emolumentos de Oficial Mayor, que le eran remitidos a Francia, según decía la resolución de pago por su imposibilidad material de cobrarlos en Lima. Pero esta situación no duró demasiado y a fines de 1929 viajó a los Estados Unidos para enseñar en la Universidad de Miami, donde Víctor Andrés  había sido contratado algún tiempo antes.
En Miami, Fernando comenzó sus estudios de arquitectura que culminó en la Universidad de Texas en 1934, cuando su padre había sido nombrado embajador del Perú en México. Fernando fue influido profundamente por el gobierno de Franklin Delano Roosevelt en su etapa primigenia del New Deal (Nuevo Trato), que utilizó la construcción de obras públicas para superar la gran depresión de 1929.
Y así en 1936, doce años después de haber viajado intempestivamente al exterior por el exilio paterno, Fernando Belaunde Terry retornó al Perú para ejercer la cátedra y luego dedicarse a la política, animado por una visión fraguada en la nostalgia y cariño de la patria lejana. El resto es historia conocida.