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martes, 26 de diciembre de 2017

Polémico indulto en Perú: ¿Cómo fueron las dos matanzas y dos secuestros por los que Alberto Fujimori cumplía una condena de 25 años de prisión?

Polémico indulto en Perú: ¿Cómo fueron las dos matanzas y dos secuestros por los que Alberto Fujimori cumplía una condena de 25 años de prisión?
Antes de ser condenado a 25 años de cárcel, el expresidente Alberto Fujimori había sido sentenciado por soborno y abuso de poder.
 "Homicidio calificado, secuestro agravado y lesiones graves" fue lo que declaró la Corte Suprema de Justicia de Perú en 2010 al ratificar la condena de 25 años de cárcel contra el expresidente Alberto Fujimori.
Un tribunal compuesto por tres jueces lo envió a prisión por ordenar a un escuadrón de la muerte, conocido como el Grupo Colina, llevar a cabo dos masacres.
Una en 1991, en el vecindario de Barrios Altos, en Lima, y la otra en la Universidad de la Cantuta, también en la capital, en 1992, que resultaron en la muerte de 25 personas. También se le condenó por su participación en los secuestros del periodista Gustavo Gorriti y del empresario Samuel Dyer, ambos en 1992.
Su sentencia se dictó el 7 de abril de 2009. Era la primera vez que un exmandatario constitucional de América Latina era juzgado y sentenciado en su propio país por crímenes de lesa humanidad.
Fujimori alcanzó a cumplir la mitad de su condena, antes de recibir un polémico indulto el domingo del presidente Pedro Pablo Kuczynski.

Los crímenes de los que se le acusaron sucedieron en el marco del conflicto interno de Perú en el que el gobierno realizó una campaña contra el insurgente grupo armado Sendero Luminoso.
Fujimori pidió perdón este martes por actos cometidos durante su gobierno: estos fueron los incidentes que se consideraron en su condena.
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Masacre de Barrios Altos
El 13 de noviembre de 1991, seis hombres enmascarados irrumpieron en una fiesta en un pequeño apartamento del distrito Barrios Altos, una zona de clase baja, aledaña al Palacio Presidencial.
Los hombres eran miembros del escuadrón de la muerte que llegó a conocerse como el Grupo Colina.

Jesús Sosa Saavedra fue el último miembro del Grupo Colina en ser arrestado, en 2008.
Según el testimonio de uno de los integrantes, el objetivo era capturar a sospechosos de Sendero Luminoso pero, a medida que se acercaba la hora del operativo, se dio cuenta de que el propósito era matarlos.
Los enmascarados dispararon contra los asistentes, matando a 15 personas —incluyendo un niño de 8 años— e hiriendo gravemente a cuatro.
Pero la masacre de Barrios Altos fue un error. Mala información de inteligencia hizo que el escuadrón confundiera la fiesta con una reunión secreta del grupo insurgente y matara a civiles inocentes.
El mismo testigo describió cómo él y sus compañeros del escuadrón bebieron cerveza y brindaron en la playa horas después de la matanza.

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Masacre de La Cantuta
En la madrugada del 18 de julio de 1992, miembros del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y de la Dirección Nacional contra el Terrorismo (DINCOTE), la mayoría miembros del Grupo Colina, forzaron su entrada en las residencias estudiantiles de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta.
El operativo era en respuesta a la explosión en el barrio de Miraflores, reivindicada dos días antes por Sendero Luminoso, uno de los ataques más mortales de una campaña de atentados con bomba de la organización insurgente, que dejó 25 muertos y más de 200 heridos.

En La Cantuta, las tropas ordenaron a los estudiantes abandonar sus habitaciones y los colocaron bocabajo en el piso. Nueve individuos fueron separados del grupo y llevados a la fuerza.
Entretanto, un grupo de soldados irrumpió en la residencia del profesor Hugo Muñoz Sánchez. Tras el registro de la propiedad, también se lo llevaron.
Según la Fiscalía que investigó el caso, los nueve estudiantes y el profesor fueron desaparecidos forzosamente y asesinados.
En fotos: las protestas -y celebraciones- por el polémico indulto al expresidente de Perú Alberto Fujimori
El Grupo Colina había quemado los cadáveres, por lo cual se había hecho difícil su identificación. En 1995, Fujimori declaró una amnistía que cobijó a los miembros del escuadrón.
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Secuestro del periodista Gustavo Gorriti
Gustavo Gorriti es un periodista que se destacó en los 80 reportando sobre el conflicto entre el gobierno y Sendero Luminoso, reconocido por su conocimiento de dicha organización.

La exhumación de víctimas de La Cantuta se llevó a cabo en 2007, pero fue difícil identificar los cuerpos que habían sido incinerados.
También fue un crítico del gobierno fujimorista.
En 1992, publicó una serie de artículos en la revista Caretas donde vinculó al gobierno con organizaciones narcotraficantes, implicando en particular a Vladimiro Montesinos, el "hombre fuerte" de Fujimori y director del Servicio de Inteligencia del Ejército entre 1990 y 2000.
En reacción a los artículos, el 6 de abril, una unidad del ejército peruano lo arrestó en su casa y lo llevó a los sótanos del Servicio de Inteligencia.
El secuestro sucedió durante el llamado "fujimorazo" o autogolpe, una crisis constitucional en la que Fujimori disolvió el Congreso y detuvo a varias figuras de la oposición.
La esposa de Gorriti alertó a la prensa y a gobiernos extranjeros, incluyendo Estados Unidos. La presión internacional causó que el periodista fuera trasladado a un lugar de detención oficial y dos días después de su secuestro fue puesto en libertad.
Gorriti vivió en el exilio durante los 90, primero en EE.UU. y luego en Panamá.
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Secuestro del empresario Samuel Dyer
Gustavo Gorriti reportó ampliamente sobre Sendero Luminoso y fue un crítico del gobierno de Fujimori.
El 27 de julio de 1992, Dyer se encontraba en el Aeropuerto Internacional de Lima, dispuesto a viajar a Estados Unidos.
Sin orden judicial, fue impedido de abordar un avión por personal del SIN y llevado a las oficinas de migración donde le informaron que tenía una orden de captura.
De ahí fue trasladado violentamente a los calabozos del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), donde permaneció privado de libertad y fue interrogado sobre su presunta colaboración con Sendero Luminoso.

La sede del Servicio de Inteligencia del Ejército estuvo protegida por policías antimotines en septiembre de 2000, cuando se aproximaba el fin de la Era Fujimori.
El empresario fue sometido a una investigación de cuatro días, sin justificación ni pruebas, hasta que no tuvieron forma de encontrar "vínculos terroristas".
La SIE lo sacó subrepticiamente de su sede y lo dejó en una calle y lo "hizo huir". Dyer se refugió temporalmente en la embajada de México, en Lima, y poco después salió a EE.UU. con su familia.
Varios militares recibieron duras condenas por su participación en estos delitos, incluyendo Julio Salazar Monroe, exjefe del SIN, y Juan Rivero, exjefe del SIE.
Fujimori fue encontrado culpable de ordenar las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, así como de avalar los secuestros de Gorriti y Dyer.

FUENTE: http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-42485115


lunes, 29 de mayo de 2017

Alberto Fujimori: los secuestros de Gustavo Gorriti y Samuel Dyer. En el 2009, el exmandatario recibió tres sentencias condenatorias que incluyen dos casos de secuestro agravado. Pese a la resolución firme en su contra, Keiko Fujimori afirma lo contrario.

Alberto Fujimori: los secuestros de Gustavo Gorriti y Samuel Dyer.
En el 2009, el exmandatario recibió tres sentencias condenatorias que incluyen dos casos de secuestro agravado. Pese a la resolución firme en su contra, Keiko Fujimori afirma lo contrario.

En su cumpleaños número 42, Keiko Fujimori ha vuelto a cuestionar la sentencia por secuestro agravado que emitió en el 2009 la Sala Penal Especial de la Corte Suprema contra el exmandatario Alberto Fujimori.

"En este hábeas corpus lo que decimos es que mi padre no secuestró a nadie ni mucho menos (fue) un secuestro agravado, como se le ha señalado", manifestó ayer en referencia al recurso que fue declarado improcedente en primera instancia. 

Más allá de la duda razonable que pretende poner en entredicho la defensa de la lideresa fujimorista, el tribunal que presidió el juez César San Martín resolvió que todos los cargos imputados al exmandatario están probados.

"¿Está probado que el acusado Alberto Fujimori, como jefe supremo de las FF.AA y la PNP ejerció potestades político militares y potestades militares efectivas, evidenciando mando y comando máximo sobre las fuerzas del orden, tanto a nivel político estratégico, como táctico y operativo? Sí lo está", reza la sentencia.

Gustavo Gorriti
En los anales del régimen fujimorista está escrito el autogolpe que perpetró Alberto Fujimori un 5 de abril de 1992. Esta orden abrió la puerta a una serie de violaciones de derechos que comprenden el secuestro del periodista Gustavo Gorriti un día después del inconstitucional desenlace.

De acuerdo al testimonio que recogió la revista Caretas, contó que aquella mañana lo abordaron en su domicilio varios hombres armados que se identificaron como Seguridad del Estado. “’Queremos que nos acompañe para hablar con usted’, dijo. ‘Tome asiento y hablamos’, le contesté. Me dijo que iba por las buenas o por las malas”, relata.

Las órdenes para interceptar a los opositores a la dictadura se habían dado desde arriba, donde despachaba Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Ese 6 de abril Gorriti amaneció en un calabozo del Servicio de Inteligencia sin saber si aquella mañana sería la última de su vida.

“Éstos me depositaron en un cuarto pequeño y bastante sucio, con un baño aún más sucio al lado, y cerraron la puerta con varios candados. Estaba secuestrado. Mi arresto había sido clandestino y mi paradero era secreto. Supe entonces que cualquier cosa, aun de las más monstruosas, podía suceder. Después de años de cubrir la guerra interna en Perú conocía de sobra los horrores que suelen seguir a la detención-desaparición”, anota el periodista.

La liberación de Gorriti ocurrió después de la presión que ejerció el embajador de España, Nabor García, la Embajada de Estados Unidos y otras organizaciones de derechos humanos y periodísticas. Así, el ministro de Defensa Víctor Malca terminó reconociendo la detención del ciudadano y posteriormente dispuso su traslado a la policía.

Samuel Dyer
La noche del 27 de julio de 1992, el Samuel Dyer fue intervenido por el Mayor PNP Migdonio Torres Aliaga, en el aeropuerto Jorge Chávez cuando se disponía a abordar un vuelo. El oficial argumentó que tenía una orden para detener al empresario, pese a que Dyer no tenía requisitoria ni impedimento de salida del país.

El ciudadano fue entonces entregado al Coronel PNP Domínguez Solís, quien le dijo al detenido que lo llevaría a la carceleta del Poder Judicial. Según su testimonio, en el camino le entregaron una bebida que le provocó somnolencia.

En otro momento asegura que pudo reconocer que era ingresado a la sede de la Comandancia General del Ejército (Pentagonito) por la parte de atrás para después ser introducido en un calabozo. Al día siguiente, cuando recobró la conciencia, se dio cuenta de su situación.

El testimonio que recogió la Comisión de la Verdad y Reconciliación da cuenta lo siguiente: “Los soldados entraron a la habitación lo voltearon contra la pared y le dijeron que no podía mirarlos. Le propinaron varios puntapiés y le golpearon la cabeza. Ante esta acción, Samuel Dyer les dijo a los soldados que era un empresario, que había sido detenido por error y solicitó la presencia de un oficial. Les indicó además que, si no venía un oficial, se negaría a recibir alimentos”.

Dyer narró que al cuarto o quinto día de su detención le manifestaron unos efectivos de la DINCOTE que tenía que firmar una notificación de su detención, donde se exponía que se encontraba detenido por ser un presunto colaborador del PCP-SL.

En otro pasaje de su testimonio, Dyer asegura que mientras permaneció detenido vio a Alberto Fujimori en el lugar y le gritó pidiendo auxilio, pero no fue atendido. Tras varios días de investigaciones el empresario recobró su libertad y en una entrevista que concedió días después sostuvo que Fujimori se habría referido a él como una persona que encubría sus actividades ilícitas utilizando sus negocios.

“Fue ilegítimamente privado de su libertad por miembros de la Policía Nacional y del Servicio de Inteligencia del Ejército, quienes lo mantuvieron detenido en una instalación militar de manera ilegal en el marco de investigaciones sobre una presunta colaboración con el PCP-SL que nunca fue justificada ni demostrada con ningún elemento probatorio” concluye el informe de la CVR (2004). 

FUENTE: http://larepublica.pe/politica/880382-alberto-fujimori-los-secuestros-de-gustavo-gorriti-y-samuel-dyer


viernes, 26 de mayo de 2017

Turbulencias investigativas ¿Tanto les arañó que Odebrecht mencionara a Keiko Fujimori y al Apra? Vayan acostumbrándose

Turbulencias investigativas.
¿Tanto les arañó que Odebrecht mencionara a Keiko Fujimori y al Apra? Vayan acostumbrándose
Para todo aquel con alguna experiencia en estos temas estuvo claro desde el principio que la investigación de Lava Jato no solo significaba la promesa de descubrir y quizá demoler los más potentes círculos de corrupción en América Latina, sino un problema comparable al intentar ejecutar aquella.
Al cruzar fronteras hasta los mayores beneficios devienen eventualmente problemáticos. Si la información sobre el resto de América Latina se produce, organiza y exporta desde Brasil, ¿cuán completa es? ¿Cuán detallados y eficaces fueron los interrogatorios? ¿Cuán capacitados estuvieron los fiscales brasileños? Además, ¿qué exigen los fiscales brasileños a cambio de la entrega de información? Y del otro lado, ¿cuán preparados están los sistemas fiscales y judiciales de las naciones que reciben la información para procesarla debidamente? ¿Cuán interesados están en recibir toda esa información? ¿Cómo reaccionan los poderosos grupos comprometidos frente a un proceso que puede significar su fin y que uno supondría que no controlan?
El Perú, una de las naciones que más ha avanzado en la investigación derivada de delaciones brasileñas, ya muestra varios problemas en su desarrollo. La única compañía que hasta ahora ha realizado algunas delaciones, parciales e incompletas pero delaciones al fin, es Odebrecht. Y ha sido la más castigada. Las que no han hablado no enfrentan problemas ni lejanamente comparables. El estímulo para seguir delatando solo sería eficaz entre masoquistas militantes.
Hay un grupo pequeño, pero interesante de procesados: dos gobernadores regionales ahora en cárcel; un expresidente (Alejandro Toledo) es hoy prófugo de la justicia peruana, aunque vive sin problemas en Estados Unidos. Otro expresidente, Ollanta Humala, enfrenta la acusación, delación de por medio, de Odebrecht, de haberle entregado tres millones de dólares en 2010 cuando era candidato a la presidencia. Humala niega eso, como niega la avalancha de otras acusaciones (alguna muy grave) por las que le han abierto varios procesos.
Sobre el expresidente Alan García no ha emergido ninguna información de las delaciones premiadas transmitidas al Perú. Tampoco sobre el encarcelado expresidente (y dictador) Alberto Fujimori. Los Gobiernos de ambos estuvieron repletos de contratos (incluidos grandes sobrecostos) con las empresas brasileñas, especialmente Odebrecht.
Es verdad que las revelaciones en las investigaciones son con frecuencia asimétricas. Pero no hace ningún daño constatar también la asimetría de poder entre los acusados y los no acusados en el caso. El poder de Toledo y el de Humala son casi nulos. Su coeficiente de intimidación es cercano a cero. Su capacidad de respuesta es tan considerable como la de la piñata en un caso y un punching ball en el otro. García, de otro lado, mantiene una importante influencia en los aparatos judiciales y fiscales y su coeficiente intimidatorio es relativamente alto. El fujimorismo tiene una más que holgada mayoría en el Congreso y avasallado al Ejecutivo, al que humilla un día sí y el otro también; sus portavoces son simultáneamente zafios y agresivos. Pocos son los burócratas (y no burócratas) que se meten con ellos.
En ese marco, un grupo de tres fiscales peruanos viajó a Curitiba hace pocos días, a interrogar a Marcelo Odebrecht sobre los tres millones de dólares que entregó a Humala el 2010. También viajaron dos abogados de Humala.
En Curitiba, los procuradores brasileños, que dirigieron la declaración, exigieron a los fiscales peruanos firmar un acta en la que se comprometen a no procesar en forma alguna ni a Odebrecht ni a nadie relacionado con sus corporaciones por lo que este pudiera decir. Fue un acta severa y limitante, pero, aunque discutible, quizá necesaria.
Luego, durante el interrogatorio, Odebrecht repitió haber dispuesto la entrega de los tres millones (a pedido del exministro Antonio Palocci), pero no haber verificado si se entregó o no. También dijo luego, sin que se lo preguntaran, que su política era apoyar a todos los candidatos y mencionó a la entonces candidata Keiko Fujimori y al Apra, el partido de García. Hubo diferencias en la memoria de los asistentes sobre lo enfático o condicional de esa declaración, pero todos coincidieron en que añadió que no podía probar nada y que el único que podía hacerlo era su exsuperintendente Jorge Barata.
Yo seguí, gracias a diversas fuentes, el interrogatorio desde Lima. Conseguí luego una copia del acta previa, que no tuvieron ni fiscales ni abogados, crucé los datos, los verifiqué y escribí la nota “Interrogatorio en Curitiba”, donde publiqué el acta y la versión no solicitada de Marcelo Odebrecht.
La repercusión de la nota fue rápida, fuerte y, por la típica sobreexcitación limeña, no siempre exacta. En la tarde del mismo día, el Ministerio Público sacó un comunicado que subrayaba la reserva de esa diligencia y lamentaba “algunas versiones de la prensa que no se ajustan a la verdad”.
Ese supuesto desmentido bastó para que se desencadenara una avalancha de frenéticos insultos, sobre todo a través de las redes digitales, por fujimoristas y apristas, con tonos e intensidades calcados de lo más infame de la prensa chicha, de ataque, de los tiempos de Vladimiro Montesinos.
Respondí, por supuesto. Saber defenderse debe ser parte indispensable de la formación de todo periodista de investigación en América Latina. En la respuesta no pude evitar preguntarles: ¿tanto les arañó que Odebrecht hubiera mencionado a Keiko Fujimori y al Apra? Pues vayan acostumbrándose, les dije, porque vendrá mucho más.


FUENTE: 


jueves, 5 de abril de 2012

Veinte Años Después

Veinte Años Después
"El plan de Montesinos – con el que convenció a Fujimori desde diciembre de 1990– fue utilizar la emergencia que vivía el Perú para reemplazar el sistema democrático por un régimen de mano dura. Es una falacia, además, que el golpe del 5 de abril fuera necesario para vencer a Sendero Luminoso"

Han pasado veinte años desde el golpe del 5 de abril de 1992. El país perdió esa noche la libertad y pocas horas después la perdí yo también. A la sombra de lo pasado, ¿puedo escribir con justicia sobre ese día y esos años? Creo que sí; y de hecho lo haré.

La primera vez que leí las palabras del título fue en la novela de Alejandro Dumas que continúa a “los tres mosqueteros”. Era la edad en la que veinte años duplican tu vida, parecen eternos y mucho más si uno ve lo que el tiempo le hizo a los magníficos mosqueteros y a lo que parecía su indestructible amistad.

Veinte años son eternos cuando uno tiene diez, pero siguen siendo largos cuando se ha cruzado la desguarnecida frontera de los sesenta. Así que, dado que el espacio es más bien breve, abordaré las preguntas inevitables sobre el 5 de abril de 1992 y sus consecuencias, en la perspectiva de este largo desenlace.

¿Hubo alguna razón de fondo para el golpe del 5 de abril? Solo una, y esta fue apropiarse del Poder para no soltarlo nunca. El plan de Montesinos – con el que convenció a Fujimori en fecha tan temprana como diciembre de 1990– fue utilizar la emergencia que vivía el Perú por la debacle económica de García y el crecimiento de la insurrección senderista, para abrogar el sistema democrático y reemplazarlo por un régimen de mano dura inspirado en las dictaduras militares derechistas de la década del 70, con dos diferencias importantes: 1) un líder civil, no tanto en el molde de Bordaberry sino en el de Kagemusha, aunque sin una pizca de la nobleza final de este personaje; 2) el órgano central de gobierno dejaría de ser la Fuerza Armada para pasar al Servicio de Inteligencia Nacional, que a su vez tendría un títere como jefe formal y otro real.

Ese fue el cambio fundamental en el esquema de la nueva dictadura, que tardó un tiempo en aplicarse del todo. El año decisivo fue 1991. Entonces, el SIN se convirtió en la cabeza del sistema de inteligencia primero y del de seguridad en su conjunto después. Luego de afianzado el modelo autoritario fujimorista, el SIN se convirtió en la primera instancia de Gobierno en el país, en el ámbito de seguridad, por cierto; y también en el legislativo, judicial, fiscal… y en el económico, sobre todo si había que robar.

¿Fue necesario el golpe del 5 de abril para vencer a Sendero Luminoso? Esa es quizá la mayor falacia entre los argumentos avanzados y sostenidos para justificar el golpe de Estado.

En cuanto a la insurrección senderista: 1989 fue un año crucial. Las acciones de la guerra interna cubrían ya casi toda la nación y era evidente que el desenlace se acercaba. Sendero proclamaba haber alcanzado la paridad estratégica y declaraba la década siguiente, la de los 90, como la de “conquista del poder”. Las fuerzas de seguridad, por su lado, concentraron el planeamiento y control de operaciones en el Comando Conjunto. El sistema tuvo muchas imperfecciones, pero fue, con tardanza, la respuesta integral a una insurrección nacional.

Ese mismo año, de manera mucho más modesta y silenciosa, se constituyó la pequeña unidad del GEIN dentro de la Dircote. Por humilde que fuera, se trataba de un concepto audaz en la lucha antisenderista, auspiciado por el ministro Agustín Mantilla y el jefe policial Fernando Reyes Roca, con antecedentes en la labor de oficiales ilustrados de la Dincote de los 80, como Javier Palacios; y en la metodología del primer GEIN: el grupo antidrogas que dirigió el general PIP Edgar Luque en los años 70.

Con la poca ayuda que pudo proporcionar un gobierno en debacle económica, el GEIN empezó a funcionar y algunos meses después, en junio de 1990, siendo todavía Alan García presidente, incursionó en la casa de Monterrico y capturó un verdadero tesoro documentario, que supo analizar rápido y bien; y con eso cambió el curso de la guerra.

Con pistas firmes y metodología impecable, el GEIN desbarató aparato tras aparato de Sendero Luminoso, sin darles descanso; y pronto ese grupo policial se convirtió en la mejor esperanza de victoria.

En 1991, Montesinos y el que firmaba las órdenes, Fujimori, buscaron penetrar, o impregnar, al GEIN con el grupo Colina, que era su destacamento especial de acción. Cuando, como era inevitable, se desató la crisis entre ambos grupos, este último se pudo salvar gracias a la intercesión del entonces jefe de Estación de la CIA, que había visto su eficacia. El deseo de Montesinos de restablecer una estrecha relación con la Agencia (cosa que logró), salvó al GEIN de sus represalias y le permitió continuar operaciones.

Poco después se produjo la captura de Abimael Guzmán, la acción que decidió la guerra, en la que ni Montesinos ni Fujimori tuvieron arte ni parte. Lo que sí hicieron fue confiscar el mérito de la victoria y presentarlo como resultado de su supuesta estrategia. Siendo Fujimori el gobernante, la gente le creyó y el resultado fue que esa hazaña policial, que demostraba la fuerza de los métodos democráticos, terminó siendo utilizada por una dictadura corrupta y deshonesta para afianzarse por años en el poder.

¿Cuál es el legado de la dictadura? Si uno compara la situación de hoy con la que imperaba en 1995 o incluso a comienzos del año dos mil, podría pensarse que el avance no solo ha sido grande sino ejemplarizador: Fujimori, Montesinos y Hermoza están en la cárcel, junto con varios de sus cómplices.

Doce años después de su caída, los antaño tiránicos, amenazantes e impunes usurpadores del poder democrático, comparten un largo presente penitenciario. Y durante todo ese tiempo, la Democracia peruana conquistada el año dos mil, en lugar de hundirse ha prosperado.

¿Hemos dejado de vivir peligrosamente? Claro que no. Hace pocos meses tuvimos al fujimorismo en las puertas del poder, reforzado por la coalición integrada por los plutócratas y los grupos de poder e influencia que medraron bajo el fujimorato y que luego no solo evitaron enfrentar sus responsabilidades (con salas VIP, lobbies y corruptelas) sino que se encontraron hasta en mejores condiciones que antes en los regímenes venales y carentes de principios que sucedieron al primer entusiasmo democrático.

Pero, la coalición neo-fujimorista fue derrotada pese a su inmensa movilización de recursos, porque las fuerzas democráticas que se movilizaron el año dos mil, y los que eran entonces muy jóvenes pero crecieron en ese espíritu, convocaron un entusiasmo superior a esos recursos y una decisión de no permitir que quienes llegaron al poder a través de la democracia, para asesinarla, pudieran perpetrar el crimen una vez más.

El seis de abril de 1992, el primer día bajo la dictadura, vi amanecer el nuevo día de la nueva era oscura, desde la ventana enrejada de un calabozo en el SIE. No sabía, sinceramente, cuántos amaneceres más me tocaría ver, pero cabía una fuerte posibilidad que fueran pocos.

Aún entonces no tuve duda de que los usurpadores no envejecerían en el poder. Luego he tenido la fortuna de pasar por veinte años más de amaneceres, en tiempos frecuentemente intensos, difíciles a veces. Estuve entre quienes lucharon por la democracia el año dos mil, y ganaron.

Quizá no fue como debió ser, pero nada impide mejorar lo que necesita reforma. Lo importante es que hemos crecido, que no hemos retrocedido, que hemos conservado y defendido la libertad que conquistamos el dos mil después de haberla perdido el 92, y que la seguiremos defendiendo con éxito mientras duren nuestras vidas… tanto las de quienes hemos extendido largamente la madurez, como las de quienes no pierden todavía su ilusionado verdor.

(Gustavo Gorriti)
FUENTE: http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=1014&idSTo=0&idA=58089&NL=1