domingo, 2 de marzo de 2014

Sarita Colonia: Un día con La Sarita y su pueblo devoto en el Callao

Sarita Colonia: Un día con La Sarita y su pueblo devoto en el Callao
Multitud. Devotos de Sarita Colonia esperaron hasta cerca de dos horas para poder dejar sus ofrendas en la capilla de Sarita Colonia en el cementerio chalaco. Un encuentro de fe.
A cien años de su nacimiento. Miles de personas llegaron ayer de todo el país al cementerio Baquijano y Carrillo para ofrecerle flores y rezos a la santa popular. Se repartió ratuitamente comida y bebida a los fieles en el lugar. Una muestra de la religiosidad que se vive fuera de las iglesias.
Renato Arana Conde
En este camposanto chalaco, todos le deben algo a la Sarita y eso se nota en las miles de personas que se congregaron ayer en el cementerio Baquijano y Carrillo del Callao.Personas de todas las edades y distritos populosos de la capital se reunieron para celebrar el primer centenario de Sarita Colonia, adoptada como santa popular.
Popular hoy en día, pero en vida era una mujer desconocida que vino a Lima desde Huaraz a los diez años en 1924, junto con su familia, para tratar la bronquitis de su madre Rosalía. En vida, a Sara Colonia Zambrano no se le reconoció 'milagro' alguno.
Milagros como el que le atribuye Luz Palma (76), chalaca que asegura que, gracias a la 'santita', su hijo José Antonio recuperó la movilidad de sus piernas a los 3 años, en 1979.
"Ahora estoy aquí para que le devuelva su trabajo a mi hijo. Lo han despedido recién el viernes", nos revela anciana mientras forma parte de la cola de 300 personas que busca ingresar a la capilla de Sarita Colonia en el Baquijano.
Luz Palma, más allá de ese milagro, dice conocer poco de la biografía de Colonia. Como la mayoría, lo que sabe es que tras la muerte de su madre, a los 16 la futura santa del pueblo trabajó en la casa de una familia italiana, donde realizaba labores domésticas. De ese periodo, se le conocen actos de bondad con el prójimo, como regalar ropa y comida a las personas desvalidas.
Comida, precisamente, es lo que trae Pilar Campos (38) desde Pisco hasta el primer puerto. Esta mujer, que lleva mal tatuado el rostro de la santa popular sobre su seno derecho, carga con sus robustos brazos una torta de forma rectangular, hecha de guindones y pecanas, sobre la que se ha escrito con crema 'Feliz cumpleaños, Sarita Colonia'.
"Llegaré a la capilla, le ofreceré la torta y se la repartiré a los fieles". Un vistazo al pastel pronostica que muchos se quedarán sin probar bocado alguno, pero Campos asegura que, al igual que Cristo con los panes y el pescado, inexplicablemente las porciones de pastel jamás se agotan. De esta manera la pisqueña agradece a Colonia que su marido, un buzo, se halla salvado de morir por una descompresión.

MUERTE Y MILAGROS
Pudo salvar al buzo, pero ni la misma Sarita Colonia se salvó de la muerte el 20 de diciembre de 1940, por paludismo... aunque la leyenda popular cuenta que la joven de 26 años se lanzó al mar para no ser violada por unos malhechores del Callao. Su cuerpo terminó en una fosa común del Baquijano, donde su padre la halló tiempo después y le colocó una cruz para ubicarla.
Ahora, 73 años después, la Sarita es ubicada en cualquier punto de este camposanto gris gracias a los vendedores ambulantes que ofrecen efigies (a S/.1.00), cuadros (S/.15.00) y 'grutitas' con su imagen (a solo S/.25.00). Pese a la efervescencia, para Rossana Ruíz Farfán, el día está 'bajo'. "La gente aquí no viene a comprar, sino porque los fieles les dan comida gratis", señala derrotada.
Es el caso de Ana Maldonado de El Agustino que reparte gratuitamente, cada 1 de marzo, 200 porciones de sopa seca para los hambrientos fieles, igual este sábado. Para Maldonado es su forma de saldar su deuda divina, aunque prefiere mantener en reserva el 'favorcito' que le hizo la 'santa'.
Un favor fue el que inició toda la fiebre por Sarita Colonia. Se cuenta que en los años setenta una mujer descubrió su tumba abandonada y al ponerle flores le pidió a la difunta que un dinero que se le debía le fuera devuelto... y a los pocos días su deseo se cumplió.
El boca a boca hizo el resto. Una leyenda, aún no reconocida por la Iglesia Católica hasta hoy, había nacido así.

ENFOQUE
Ícono para todo un país
Carlos Páucar
Editor

Hay quienes aseguran que Sarita Colonia es solamente un ícono religioso. Hay otros que creen que solo les pertenece a las almas más temidas y marginales de Lima y el Callao. Pero a estas alturas ya se sabe que la santa del pueblo es mucho más. La niña que nació en el caserío de Belén en Huaraz, que creció con su padre carpintero en los Barrios Altos y se hizo empleada doméstica en el Callao, se ha convertido en el símbolo del Perú bullicioso y colorido de hoy en día. En este Perú de riesgos y posibilidades.
La Sarita ya no está solo tras las rejas, la hallamos en las paredes de todos los barrios, con colores eléctricos y vivos. Y está en los rincones de las casas de emprendedores y nuevos empresarios. Está en las estampitas de colectivos y mototaxis, como si observara el sencillo de los pasajes exprimidos al sueldo mínimo, que ya no alcanza. Está en los pechos y hombros de criollos y andinos de ayer y hoy, y en sus hijos que ya se integraron a la sociedad y la economía.
Pese a que la Iglesia no acepta sus milagros y santidad, o quizás por eso, ha llegado a ser símbolo nacional de un país que ha cambiado y sigue cambiando sin cesar en estas frenéticas décadas.

FUENTE: http://www.larepublica.pe/02-03-2014/un-dia-con-la-sarita-y-su-pueblo-devoto-en-el-callao

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