viernes, 25 de junio de 2010

MEXICO: Sinaloa en el Infierno

Sinaloa en el Infierno
Narcotráfico :::: México se desangra en cruenta guerra de la cocaína. Muertos de los últimos cuatro años superan ya los 23,000

Agentes de la Policía Federal observan los cadáveres de nueve personas ejecutadas por narcotraficantes el 25 de marzo, en Sinaloa.

México se desangra y el poder del narcotráfico se multiplica como la aparición de cadáveres en este país. Mientras el Presidente mexicano asistía al debut de su selección en Sudáfrica, de vuelta en casa se desataba una de las jornadas más sangrientas de los últimos años.
Y eso no es poca cosa dada la situación del país gobernado por Felipe Calderón.
Ese mismo viernes 11, fueron asesinadas 39 personas por la mafia en los estados de Chihuahua y Tamaulipas.
En el primer caso, al norte del país, se produjo una matanza que parecía salida de una película de Quentin Tarantino.
Un grupo armado irrumpió en el Centro de Rehabilitación Fe y Vida y sacó a una veintena de internos para formarlos en fila y dispararles por la espalda.

El pasado 31 de enero, en ciudad Juárez, 16 personas fueron asesinadas en múltiples ataques por sicarios del cartel de Sinaloa.

Solo uno sobrevivió. La Policía encontró unos 200 casquillos de balas de armas largas que nadaban en el gran charco de sangre.

Versiones de prensa apuntan a que las víctimas operaron en un determinado momento para el cartel de Sinaloa, que encabeza Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, y que fueron asesinadas por órdenes de sus rivales del cartel de Juárez, dirigido por Vicente Carrillo, hijo del desaparecido Amado Carrillo, “El Señor de los Cielos”.


‘El Chapo’ es el narcotraficante más buscado por la DEA estadounidense. Y también uno de los hombres más ricos del mundo. Su fortuna, según la revista Forbes, es de US$ 1,000 millones.

El Chapo” Guzmán, el capo más poderoso.

En Tamaulipas, estado que comparte frontera con Texas, otras 20 personas fueron asesinadas a tiros en distintos incidentes en Ciudad Madero. Tamaulipas es el centro de operaciones del cartel del Golfo, actualmente en guerra contra su antiguo brazo armado de sicarios, “Los Zetas”, por el control del territorio y las rutas del tráfico a las tierras del Tío Sam.

El gol que Rafael Márquez le clavó a Sudáfrica apenas aplacó por un momento la sensación de que México es hoy un gigantesco campo de batalla y que la guerra entre el gobierno y los barones de la droga se libra a fuego abierto en las calles.

Presidente Felipe Calderón pidió calma.

En un mensaje a la nación dirigido desde Johannesburgo, Calderón intentó mostrarse tranquilizador y pidió a la población involucrarse en la lucha contra el crimen organizado.
La Ola de Violencia es incontenible.
Desde que el presidente Calderón anunció la “guerra contra el narcotráfico” en el 2006 a abril de este año han muerto, según cifras oficiales, 22,743 personas en enfrentamientos armados o ataques directos.
La trágica estadística incluye, además de las bajas de los cuerpos armados federales y los traficantes, a civiles sin nexos con éstos, 900 niños y 62 periodistas.

Siete carteles se disputan el territorio.

Este año se pinta como el más violento con 5,000 crímenes ligados al narcotráfico, según un documento del Senado mexicano filtrado a la prensa.
Los diarios mexicanos coinciden en que la situación es similar a la que se vivió en Colombia en la década del ochenta, cuando Pablo Escobar le declaró la guerra al Estado y tiñó de sangre el país con asesinatos y coches bomba.

La estrategia lanzada por Calderón consiste en el uso total y frontal de las fuerzas de seguridad –Policía, Marina, Ejército– contra los carteles mexicanos.
Algunos analistas señalan que el remedio es peor que la enfermedad y que la militarización de las calles termina por elevar la inseguridad y el número de víctimas.
El gobierno responde que se ha logrado un número récord decomisando armas, dinero y droga, además de captura de narcotraficantes.
En los últimos cuatro años se incautaron 100 toneladas de cocaína.
El 90% de esa droga tenía como destino Estados Unidos.

90% del armamento que utilizan los carteles mexicanos proviene de los Estados Unidos

La Policía, el Ejército y los propios partidos políticos están bajo sospecha de dejarse comprar por los intereses de los poderosos narcotraficantes mexicanos.
Los secuestros, las refriegas entre sicarios y soldados, y las apariciones de cadáveres en fosas comunes se incrementan cada día.
México es hoy uno de los países más violentos y peligrosos del planeta, a tal punto que el Departamento de Estado gringo extendió al mundo su advertencia de no viajar a Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa.
El año pasado Chihuahua fue el estado mexicano más violento, con 3,250 muertes de las 7,724 vinculadas a la acción del crimen organizado en todo el país.
Por detrás de Chihuahua se ubicaron otros estados como Sinaloa (930), Durango (734), Guerrero (672), Baja California (444), Michoacán (356) y Sonora (222), entre otros, según el diario mexicano El Universal.
“Es muy grave lo que está pasando en México. El gobierno me lo explicó y yo estoy de acuerdo con la opinión de ellos, que no hay otra alternativa más que hacer frente al crimen organizado con firmeza”, declaró en abril último el director ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el italiano Antonio María Costa.

La semana pasada, 10 policías fueron abatidos por narcos en un mismo día en Michoacán.

LA GUERRA SE INTENSIFICÓ en el 2007, cuando el gobierno de George W. Bush aprobó la llamada “Iniciativa Mérida”, una suerte de “Plan Colombia”, que destina US$ 1.6 billones en asistencia militar para la lucha contra el narcotráfico en México.
La violencia aumentó, en buena parte también por la expansión y reacomodo de los carteles frente al nuevo escenario, y también por la competencia entre mafias por el control de territorio y las rutas del tráfico.
La captura y extradición de algunos capos del narcotráfico dejó, por otro lado, vacíos en las estructuras mafiosas, los cuales fueron ocupados a sangre y fuego por mandos medios.
Pero hay al menos siete grandes organizaciones cuyos cabecillas siguen prófugos.
Entre ellas está el cartel de Sinaloa, que es el más poderoso del país.
También los mencionados Zetas con presencia en seis estados, La Familia Michoacana dedicada a la producción de drogas sintéticas, el cartel de Juárez, el de Tijuana y el del Golfo, entre otras bandas con menor presencia (ver infografía).

En los últimos cuatro años se han incautado 100 toneladas de cocaína pura en México

Según versiones policiales, estas organizaciones cuentan con 450,000 personas bajo su mando y tienen presencia en, por lo menos, 47 naciones.

En los tres últimos años fueron detenidos 70 mexicanos en el Perú vinculados a bandas de narcotraficantes que la Dirandro identificó como los carteles de Tijuana, Sinaloa y del Golfo.

Desde hace más de dos décadas, por cierto, las bandas de narcotraficantes peruanos mantienen una estrecha relación con sus pares de Colombia y México.
Pero en los últimos años se han registrado en el país una serie de crímenes a la mexicana, en lugares públicos y a plena luz del día. Trascendió además que el informe de UNODC, dado a conocer esta semana, registra 59,900 hectáreas de cultivos de hoja de coca en el Perú el año 2009, lo que equivale un incremento del 6.8% en comparación al 2008.
Todos factores que acrecientan el temor cuando se voltea la mirada al baño de sangre que hoy ahoga a la tierra de Pancho Villa.
(Américo Zambrano).
(version impresa)

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